18-08-2020
"Qué bien que entrena a pesar de tener cáncer". El DT y campeón del 79 Abelardo Carabelli emociona al contar la historia de un jugador que conoció en La Madrid. Un relato que va más allá del fútbol.
Por Abelardo Carabelli
Esto que voy a contar, me pasó en una ciudad de la provincia de Buenos Aires, donde me tocó trabajar en varias oportunidades. En el club Racing de General La Madrid, donde ocurrió todo. Siempre me hicieron sentir como en casa, pero eso es una historia aparte, porque ésta no es la historia del Club. Esta es la historia de Jonatan, más conocido como “el Pingu” (foto). Es una historia de vida, de los sentimientos y lo que representa el fútbol para muchos de nosotros.
La última temporada que estuve, por el 2014, fue sinceramente inolvidable. Habíamos arrancado con los muchachos a entrenar a principios de ese año y uno de los jugadores (El Pingu), un chico de 21 o 22 años, se presentó a la pretemporada como todos.
Era un grupo conformado por algunos jugadores que ya había dirigido y otros que recién conocía, pero que desde el primer día entendieron el mensaje, los objetivos y era un gusto verlos entrenar.
Todo había comenzado muy bien hasta que después de varios días se acercó el presidente del club y me comentó: “Qué bien que entrena el Pingu a pesar de tener cáncer”. Esas palabras fueron como un baldazo de agua fría, porque el Pingu nunca me dijo nada, ni mucho menos lo demostraba. Disfrutaba y se entregaba en cada entrenamiento como si fuera el último.
Unos meses después, a causa de esta terrible enfermedad viajó a La Plata para hacerse estudios y quimioterapia.
No nos había ido muy bien en el primer torneo que jugamos y, para colmo, había salido campeón el eterno rival del club. En el segundo torneo, las cosas fueron mucho mejor. El Pingu se había reincorporado al equipo y nos tocaba jugar la final contra ellos (partido ida y vuelta, primero en nuestra cancha y luego de visitantes).
El primer partido lo empatamos uno a uno. A la semana teníamos que jugar el siguiente partido y el Pingu se había transformado en un pilar del equipo, no solamente por su personalidad o por cómo jugaba, sino también por lo que transmitía dentro y fuera de la cancha; con su espíritu rebelde y su convicción de nunca entregarse.
La fecha de “la revancha” coincidía con la fecha para continuar con su quimio, para la cual tenía que viajar a La Plata. Esto implicaba su ausencia en el partido final. Todos estábamos tristes por la situación a la que se estaba enfrentando, pero no podíamos negar la falta que iba a hacer en ese partido tan importante.
Unos días antes de la final Pingu vino a hablar conmigo. Sus palabras las recuerdo como si en este mismo instante me las estuviera diciendo: “Ya hablé con mi familia y quiero jugar. La quimio me lo voy a hacer después, pero primero quiero jugar la final”. No podía creer lo que estaba escuchando… Estaba postergando su salud, su necesario tratamiento, sólo por defender los colores de su equipo. Fue algo extraordinario. Estas son cosas que sólo pasan en el fútbol.
En ese partido arrancamos mal; íbamos perdiendo 1 a 0 y como si fuera poco, nos echaron un jugador. Así nos fuimos al vestuario en el entretiempo.
Después de la charla salimos a jugar el segundo tiempo y a los pocos minutos de comenzar el Pingu convirtió el gol del empate, imagínense la euforia. No solamente sus compañeros, sino toda la gente explotó de alegría por lo que significaba este gol para él. No podíamos creer lo que estábamos viviendo, este chico que arriesgó su vida postergando el tratamiento por su amado Racing, había convertido el gol del empate. A los pocos minutos hicimos el segundo gol, el del triunfo, y Racing se consagró campeón después de 10 años.
Lo más importante de esta historia, no fue el resultado en sí, sino haber sido testigo de un gesto tan increíble (hasta por momentos heroico) que tuvo el Pingu. Para algunos, el fútbol es un simple deporte, pero para los que lo amamos y lo vivimos tan intensamente, es un estilo de vida.
Hoy, 6 años después de esta consagración, el Pingu es uno de los responsables de la formación de los más chiquitos en el club que lo vio nacer.
Estoy convencido de que no hay otra persona que pueda transmitir los valores y el amor por la camiseta como él.