19-11-2021
Brasil aprobó una variedad modificada con un gen de girasol que mejora el rendimiento ante el déficit de agua. Se convirtió en el primer trigo transgénico en el mundo autorizado para el comercio.
El trigo HB4 resistente a la sequía se convirtió en el primer trigo genéticamente modificado del mundo autorizado para el comercio. Después de un largo proceso, el gobierno de Brasil aprobó el pasado 11 de noviembre la importación de harina de trigo cultivado con esta tecnología.
Se trata de un desarrollo 100% nacional, producto de la colaboración desde hace más de 18 años entre el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), perteneciente al CONICET y a la Universidad Nacional del Litoral, y la empresa argentina Bioceres.
El Ministerio de Agricultura autorizó el trigo HB4 en octubre del 2020, pero su comercialización estaba sujeta a la aprobación por parte de Brasil, principal importador del trigo producido en el país. La Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) ya habían aprobado esta variedad tras numerosos estudios experimentales que demostraron su inocuidad ambiental, seguridad y equivalencia nutricional respecto al cultivo tradicional.
En los ensayos de campo realizados en 37 localidades del país en los últimos 10 años, entre las que se encuentra la vecina localidad de Daireaux, el trigo HB4 mostró mejoras en la productividad que rondaron el 20% en promedio en situaciones de sequía, fenómeno cada vez más frecuente en el contexto del cambio climático global.
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“El rendimiento es variable porque se combina con la condición del suelo, la temperatura y otros factores ambientales que también afectan el crecimiento del cultivo. Pero para cada región está establecido cuál es esa ventaja, con menos agua cuánto más se produce”, aseguró en una entrevista a Radio con Vos Raquel Chan, directora del IAL y del grupo de investigación que llevó a cabo el desarrollo.
La nueva tecnología también apunta a la agricultura sustentable, ya que se logra la misma o mayor producción con menor uso de agua. “Yo creo que es una tecnología excelente, sobre todo para los lugares que quieran ahorrar un recurso finito como es el agua”, comentó la investigadora.
Por su parte, el jefe de comunicación de Bioceres, Gabino Rebagliati, comentó en su cuenta de Twitter: “Mejorar la tolerancia de los cultivos a los fenómenos climáticos, cada vez más extremos, es central para la seguridad alimentaria, uno de los grandes desafíos de este siglo. A los productores de alimentos les permite aumentar sus rindes por hectárea y quedar menos expuestos a los efectos de la sequía. También beneficia al conjunto de la economía argentina, porque puede reducir la exposición a los fenómenos climáticos; y al ambiente, porque aumentar la productividad por hectárea permite preservar recursos naturales”.
Abro mi Twitter en un día muy especial. Brasil acaba de aprobar el trigo HB4, tolerante a la sequía, desarrollado por el grupo de investigación del @IAL_CONICET (@CONICETDialoga y @UNLitoral) liderado por la Dra. Raquel Chan en conjunto con @grupobioceres. Va hilo 👇 pic.twitter.com/f5ER4yEvmU
— Gabino Rebagliati (@gaboreba86) November 11, 2021
Cultivos transgénicos y controversias por el uso de agroquímicos
Los organismos genéticamente modificados (OGM), también llamados transgénicos, son aquellos microorganismos, plantas o animales cuyo material hereditario (ADN) se ha modificado con genes de otro organismo, dándole nuevas características que no se encontrarían de manera natural. En el trigo HB4, la variedad tradicional incorpora el gen HaHB4 del girasol, que le confiere tolerancia al estrés hídrico.
Lo novedoso de esta tecnología es que mediante herramientas de ingeniería genética se puede intercambiar genes de especies que naturalmente no lo harían.
No existen hasta el momento evidencias científicas que demuestren efectos adversos relacionados a la ingesta de alimentos genéticamente modificados. Los cultivos transgénicos autorizados para su comercialización producen alimentos seguros para el consumo humano y animal.
La aprobación requiere de ensayos exhaustivos que evalúan la equivalencia entre un alimento derivado de un OGM y su par no transgénico en lo que respecta a su composición nutricional, presencia de toxinas, alérgenos, entre otros.
En Argentina, 62 cultivos transgénicos han sido aprobados para la siembra, comercialización y consumo desde 1996. Muchos de estos cultivos han incorporado genes de tolerancia a herbicidas. Por esta razón, se suele asociar a los cultivos modificados genéticamente con el uso de agroquímicos, que sí han demostrado ejercer un impacto directo en la salud humana (el caso del glifosato, por ejemplo). Sin embargo, la asociación no siempre es directa y también se extiende al cultivo tradicional.
Chan opinó que es necesario reducir el uso de herbicidas para el control de malezas y que es una deuda de la ciencia no haber encontrado una alternativa más amigable con el ambiente, y agregó: “Nuestra tecnología es la tolerancia al estrés por déficit hídrico. Es verdad que el trigo HB4 tiene resistencia al herbicida glufosinato de amonio, que puede usarse o no usarse. La fantasía que tienen algunos es que el manejo tradicional no usa herbicidas y sí los usa. Las malezas consumen nutrientes, luz y agua, que el productor no quiere que le saque a su cultivo y por eso usa herbicidas. Si se prohibiera el uso de herbicidas, la tecnología seguiría siendo válida”.
*Carolina Cura es Doctora en Bioquímica, docente de la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y periodista científica. Fue Consultora en el área de Biología Molecular en el Instituto Nacional de Parasitología “Dr. Mario Fatala Chaben” y coordinadora del Programa de Transferencia de técnicas moleculares para el diagnóstico de Chagas congénito a la Red Nacional de Laboratorios.