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01-05-2023

“Los taquígrafos somos los guardianes de la palabra”

Aunque reconoce que es un oficio que se está perdiendo, Rubén Pinochi no se da por vencido. Con más de 40 años de trabajo, forma a las nuevas generaciones.

 

Paula Bottino (Verte)

 

Cuando tiene que rescatar una cosa de su trayectoria no duda: haber reabierto el Concejo Deliberante en 1983, cuando fue el regreso de la democracia a nuestro país. “Ese fue uno de los grandes orgullos que tenemos los taquígrafos del país, cada uno en su pueblo, su localidad y en cada una de las provincias, fuimos quienes abrimos los parlamentos y los concejos deliberantes”, dice Rubén Pinochi, taquígrafo ya jubilado y con más de 40 años de trabajo en Olavarría.
 

Rubén Pinochi junto a Ramiro Cascio- HCD Olavarría.

 

“Nadie estaba preparado para ese hecho. Acá hubo una reunión previa con Helios Eseverri -quien había sido electo intendente- y los 20 concejales. En la primera sesión, hice de Secretario. Fue una gran emoción, porque volvía la democracia, es el mejor regalo que tuvimos y siempre hablamos de eso con los taquígrafos del país”, resume Rubén.
 


En Valparaíso, Chile, cuando participaba de encuentros de formación.

 

“Preparamos los juramentos, definimos quién presidía la sesión, que siempre es el de mayor de edad, todo lo reglamentario. Tuve que redactar el orden del día, explicar cómo se conformaban las comisiones. Fue muy lindo. Existen todas las versiones taquigráficas. Fue el 10 de diciembre de 1983. Helios Eseverri asumió el 7 y los concejales el 10”, recuerda.


Abre la puerta de su departamento y de su vida y, con orgullo, desparrama tramos de ella sobre la mesa. “Es muy linda la vida de un taquígrafo, seguimos siendo muy unidos todos, los de Chile, Uruguay, Brasil y todos los del país también, aunque, van quedando cada vez menos”, reconoce.
 


Rubén Pinochi junto a Julio Alem padre e hijo


Explica que la profesión se va perdiendo y aquellos que ejercieron la actividad son los únicos que pueden formar a nuevos taquígrafos. “Hoy en día, la taquigrafía de lápiz está perdida, pero es como un cuerpo de granaderos, se mantiene por la historia, y ya se usa la máquina de estenotipia”.


Respecto de cómo se trabaja actualmente, Pinochi describió que tanto en el Senado de la Nación como en la Legislatura bonaerense, se usan las últimas tecnologías. “Mediante la máquina de estenotipia, se alcanzan a tomar 120 palabras por minuto. A lápiz, un taquígrafo muy profesional puede llegar a registrar 180 palabras por minuto, durante 5 minutos. Lleva mucho esfuerzo mental”, explica Rubén.


Además del desarrollo de las nuevas tecnologías, o, en todo caso, también por ello, en las Escuelas Nacionales de Comercio ya no se enseñan las materias de estenografía y taquigrafía, como cuando él se formó y lo hicieron los cientos de taquígrafos en el país.
“En cada ciudad, nosotros somos los responsables de formar taquígrafos”, dice y recuerda que los dos que se desempeñan en la actualidad en el Concejo Deliberante de Olavarría, fueron formados por él: su sobrino Ramiro Cascio y Marina Linares.
 


Celebración de los cien años del cuerpo de taquígrafos, en el Congreso de la Nación. Comenzó con dos taquígrafos españoles traídos por Domingo Sarmiento. 


Las sesiones de los cuerpos parlamentarios hoy también son grabadas mediante video y sonido, lo que se suma a las versiones taquigráficas como método de archivo y conservación de los debates. “Nos dicen los guardianes de la palabra”, dice Pinochi con satisfacción.

 

Toda una vida como testigo de la historia de la ciudad

Rubén Pinochi ingresó a trabajar en el Concejo Deliberante de Olavarría en 1961. “Con los golpes de Estado, cada dos o tres años nos teníamos que ir, nos pasaban a hacer otra actividad. Se cerraba el Concejo, y así nos pasó hasta el año 1976 que vino el último golpe, el más duro en todo sentido. Ahí se fueron perdiendo los taquígrafos, esa generación nuestra se fue perdiendo” lamenta.


Se retiró en el año 2001, ejerció el oficio durante 42 años. “He sido testigo de la historia de Olavarría desde Portarrieu, vi pasar a los intendentes y los llamados “comisionados” (aquellos que el poder militar designaba en los Ejecutivos).
 


En los comienzos de la actividad, junto al primer taquígrafo de Olavarría, Clemente José Orsatti (autodidacta)


“Recuerdo que los debates eran muy encendidos, acalorados. Unas espadas magníficas, oradores que no se ven más. Hoy, todos leen. En aquél entonces, los debates duraban 4, 5 horas, las sesiones comenzaban a las 20 y podían terminar a las 4 de la mañana o más. Muchas veces el intendente de turno, recuerdo el caso de Portarrieu o Helios Eseverri, bajaba al recinto, porque tenía su banca, e iba a defender sus propios proyectos”, rememora.


“Eso terminaba y había que traducirlo. No usábamos grabadores. Al otro día, a la mañana, se pasaba a máquina con papeles muy finos y ¡6 carbónicos!, la última copia era para los periodistas. No existía el stencil. Después vinieron las máquinas eléctricas y luego, el stencil. Con un mimeógrafo ya podíamos hacer las copias que necesitáramos. También llegué a usar la computadora”, detalla.


-¿Te divertías con los debates?


-Sí- responde sin dudar y se toma un tiempo para una especie de homenaje: “Me ha tocado escuchar a concejales que, como oradores, ametrallaban. Recuerdo especialmente a Eduardo Malamud, a Julio Alem (h). Cuando te tocaba traducir te dabas cuenta que las frases que había usado eran redondas, no había que corregir ninguna cosa”.

 

 

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