24-07-2023
El impacto de las tiendas de ropa de segunda mano en los hábitos de consumo y las consecuencias negativas de la moda “Fast fashion”. Un rubro cada vez es más solicitado por jóvenes y adultos.
Los modos de consumo han ido cambiando a lo largo del tiempo en varios aspectos de la vida. Las nuevas generaciones abogan por comportamientos más amigables con el medio ambiente, y en el caso de Argentina, con el bolsillo. De este modo, cada vez más personas optan por abandonar la fast fashion, que se trata de los grandes volúmenes de prendas producidos en la industria, y se acercan a la moda circular.
Este movimiento busca brindarle una segunda oportunidad -como mínimo- a la ropa, basándose en la reutilización y reciclado de las prendas viejas y olvidadas. En los últimos años, en Olavarría, creció de manera exponencial esta moda. Principalmente, se realiza a través de las redes sociales o ferias.
La crisis económica que atraviesa el país, con la gran inflación que afecta el bolsillo de todos los habitantes también favoreció la aparición de esta práctica. Según datos del INDEC, en los últimos 12 meses la ropa y el calzado han sufrido un aumento del 120%, lo que hace que renovar el placard sea una misión cada vez más difícil para los olavarrienses.
Una de las principales características de estas ventas son los precios, que pueden ir desde un 30% más baratos que la prenda original, hasta un 70%. Además, muchos de estos locales suelen tener marcas reconocidas a nivel mundial como Armani, Kenzo y Valentino, a precios realmente bajos en consideración a los que se encuentran en los shoppings o tiendas virtuales, lo que también genera un gran incentivo, más allá de colaborar con el medio ambiente.
En Olavarría, una de las pioneras en la implementación de este negocio fue Valeria Marinangeli, dueña de “Un cuento de feria”, que comenzó vendiendo su propia ropa, a la que ya no le daba uso a modo de venta de garaje, y poco a poco, el movimiento y los clientes fueron tantos, que decidió abrir su propio local.
Casi al mismo tiempo, Agostina Arata inició su camino en la venta de ropa de segunda mano. A través de su página de Instagram “Rebel Wear” comenzó a vender su propia ropa, que había conseguido en otras ferias. Del mismo modo, comenzó a crecer y hoy es una de las páginas más solicitadas de este estilo en la ciudad.
“El concepto que yo tengo es que no hay que acumular ropa que no te vas a poner, si ya no te gusta como te queda o te la regalaron y no la usas, en vez de tenerlas guardadas hay que darle movimiento” reflexionó Marinangeli sobre el objetivo principal de este estilo de moda.
Con la particularidad de su bajo costo, Arata sostuvo que “al ser más barata, se puede adquirir en mayores cantidades, con lo que te compras un buzo en un local, en una feria conseguís 3 o 4”. Además, agregó que al ser ropa que no se encuentra en otros lados “tenés un estilo único y te diferencias del resto. Está bueno elegir algo porque te gusta y no porque lo tienen todos”.
“La ropa tiene una vida útil increíble, y hay personas que solo la usan cuatro o cinco veces para cosas que la necesitan y después la guardan, no tiene sentido para el costo ni para el medio ambiente hacer eso” indicó sobre las costumbres de muchas personas de guardar la ropa por mucho tiempo.
La dinámica, simple y sencilla
“Venís a buscar ropa de buena calidad a buen precio, ahorrando mucho dinero y te vas” sostuvo la dueña del local, pero también contó que quienes tengan ropa que ya no usen y esté en buen estado, pueden acercarla al local para ponerla a la venta. “Es sencillo, nos traes la ropa que no te gusta o no te anda, pero que a otra persona le puede encantar, y cuando se vende, el dinero se reparte en partes iguales” profundizó Marinangeli sobre la forma de venta, que sirve para alentar “a que ese círculo continúe y no se estanque”.
Agregó que también reciben ropa que tenga manchas, roturas o necesite algún tipo de arreglo y en el mismo lugar se encargan de realizar la confección y dejar la prenda apta para la venta.
Por otro lado, otro de los atractivos que suelen atraer la atención a las personas en estos locales, es la variedad de prendas, estilos, épocas y colores que se encuentra, porque al no tener una línea fija “se puede encontrar ropa hindú, vestidos de los 80’, zapatos y kimonos. Es una caja de sorpresas a la que cada vez se anima más gente” comentó la emprendedora local.
Las ferias y locales de ropa de segunda mano no son un fenómeno nuevo, sino todo lo contrario, existen desde hace muchos años. Pero si algo ha cambiado es la visión de las personas de “que usar algo que ya usó alguien más es antihigiénico o sucio” expresó Marinangeli, y agregó que al local asisten personas de todas las edades y grupos sociales. “Vienen señoras grandes con sus nietas o maridos, pero también hombres solos. Es muy variado, y cada vez más”, sostuvo sobre quienes asisten para comprar ropa.
En este sentido, la dueña de “Rebel Wear” contó que su público principal son los adolescentes, pero que muchas veces “al venir acompañados de sus padres, ellos se ponen a mirar y se terminan llevando algo si les gusta”.
Destacó un aspecto que considera fundamental en esta tendencia y es que “no hay competencia, porque no hay dos lugares que tengan las mismas prendas. Por el contrario, nos compramos entre nosotros”.
El medio ambiente lo agradece
El objetivo principal de este movimiento es terminar con el consumo masivo de prendas de ropa al que aspiran las grandes empresas textiles de producir, usar y descartar. Uno de los casos que tuvo más repercusión en los últimos años fue el “basurero de ropa del mundo”, como se conoce al caso del Desierto de Atacama en Chile, donde hay toneladas de ropa sin usar que las marcas desechan tras no ser vendida.
“Ves lo que es eso y te querés morir, están tapizando el desierto con ropa” denunció con gran preocupación Marinangeli, y manifestó que esta es solo una de las grandes problemáticas que trae la moda fast fashion, ya que también se encuentra en juego “los grandes talleres donde trabajan miles de personas por centavos”.
En este sentido, sostuvo que alejarse del consumo desmedido de ropa y adentrarse en la moda circular es un gran paso no solo para ahorrar, sino para colaborar con el medioambiente y la contaminación que generan las toneladas de ropa que se desechan año a año.
Para Arata, el rubro continúa en ascenso y se sostendrá así por más tiempo, tanto porque cada vez “la gente toma más conciencia del cuidado medioambiental y también por el precio de la ropa, que se fue por las nubes. Hay mucha diferencia entre un local normal y una feria, y la gente lo nota”.