27-07-2023
Rodolfo Serra es tandilense y está trabajando en un libro sobre la versión que, según su óptica, se quiso ocultar para quitarle entidad a un hecho político.
Aún yacente en el fondo del abismo y partida en tres pedazos desde su colapso el 29 de febrero de 1912, la Piedra Movediza original seguirá por siempre siendo el símbolo más importante de Tandil y uno de los lugares turísticos más visitados de la provincia de Buenos Aires.
Su derrumbe aquel día bisiesto entre las 5 y las 6 de la tarde, sin que jamás haya aparecido un testigo para ofrecer la versión exacta del episodio, ha sido terreno fértil para teorías científicas y para todo tipo de especulaciones.
Desde que la causa de su desplome fue por microsacudones producto de las constantes detonaciones en las canteras vecinas, hasta que su base de sustentación fue horadada por las botellas que depositaban los turistas para ser destruidas con sus movimientos, pasando por actos de vandalismo.
Rodolfo Serra ha pasado buena parte de su vida investigando sobre la Piedra Movediza, cuenta con una colección fotográfica única y está trabajando en un libro con documentos, 150 postales y unas 75 fotografías, algunas célebres y otras inéditas, de ese macizo de granito que antes de partirse pesaba unas 300 toneladas.
Serra adscribe a la teoría que un atentado con dinamita volteó y partió a “la Piedra” en tiempos políticos y sociales muy especiales. Fue durante la década de la “Semana Trágica” en la Argentina, por huelga declarada en los Talleres Vasena y de la Primera Guerra Mundial.
“No es teoría, es una certeza” corrigió Serra.
“Hay dos documentos escritos de época que lo sustentan y además yo me crié en un barrio cercano a La Movediza y de niño, con unos 10 años, escuché a dos canteristas hablando en la cancha de un club que se llama precisamente ‘La Movediza’ sobre la voladura. En ese momento me sorprendí, pero desde ahí eso me quedó dando vueltas en la cabeza” confesó. Componente de una familia numerosa, casi todos vecinos del lugar, uno de sus hermanos formó familia con la bisnieta del dueño de la cantera donde se bamboleaba la piedra original.
“En el contexto familiar todos los descendientes a menudo recordaban que la esposa del dueño de la cantera, en el momento de la caída de la Piedra Movediza, estaba cambiando los pañales a su hija menor en la planta alta cuando sintió una explosión, observó a través de la ventana una columna de humo y cuando se disipó este humo la piedra ya no estaba” relató.
Serra descartó que ese “humo” haya sido causado por el impacto de la piedra contra el fondo del abismo. “Para nada. Además, no es un precipicio. Serán unos 30 metros y abajo hay tierra. Los aerolitos vienen del espacio y suelen no romperse cuando impactan con la tierra, ¿y esta piedra se partió en tres pedazos?” se preguntó. “Unos años antes de su caída un rayo le había arrancado un pedazo a la punta y no le hizo ni cosquillas” añadió.
Rodolfo recuperó de sus archivos que el día de la caída Ricardo Rojas, recordado rector de la Universidad de Buenos Aires, se encontraba en Tandil visitando a su novia y al mismo tiempo escribía un texto para el diario “La Nación” sobre la historia de la “Piedra Movediza”.
Horas antes de aquel 29 de febrero Rojas había recorrido la zona de “la Piedra” con un abogado tandilense amigo (José Manocchi). La tarde del derrumbe ambos volvieron al lugar y se encontraron con un constructor que les dijo “esto fue un acto criminal”, les mostró sus manos ennegrecidas con pólvora y se las hizo oler.
Ningún hecho político se puede explicar sin su contexto, alertó Serra. “Lo primero que se hizo fue tratar de borrar toda huella del atentado por la simple razón de no darle entidad a quienes lo habían cometido, que era un movimiento anarquista entre los trabajadores de las canteras” relató.
Argentina, receptora de millones de inmigrantes a comienzos del siglo XX, no los esperaba en las mejores condiciones laborales. En las canteras vecinas a “La Movediza” las jornadas durante los días de la semana eran de diez horas y “más”, que llegaban en algunos casos hasta 15 horas. Los domingos había que “preparar el trabajo” para el día siguiente, lo que implicaba afilar las herramientas y acomodar las piezas para seguir haciendo los adoquines o los cordones.
Como protesta por las abusivas condiciones laborales entre octubre de 1908 y septiembre de 1909 los obreros de las canteras realizaron la llamada “Huelga grande”. Entre los reclamos principales estaban el descanso dominical, jornadas de 8 horas en invierno y 9 en verano, aumento de un 20% en los salarios, el pago en dinero, libertad para comprar fuera del establecimiento canteril y la supresión de las “plecas”, o sea monedas internas de las canteras.
Como recidiva de la protesta a través de la ‘Ley Cané’ se prohibieron reuniones de todo tipo en Tandil sin el permiso de la policía.
“En 1911 los trabajadores convocaron a una asamblea y el comisario de la época les otorgó permiso hasta las 12 del mediodía, pero con más de 2.000 picapedreros reunidos es imaginable que los tiempos se hayan ido alargando, y la policía detuvo a los líderes gremiales” reveló.
Ese encarcelamiento pudo haber sido el principio del fin para el mayor símbolo de la historia de Tandil y uno de los íconos del turismo internacional de la época.
“Dio lugar a que se volvieran a reunir los asambleístas y marcharan hacia el centro de Tandil. Donde hoy está el Palacio Municipal era la sede de la comisaría” acotó Serra.
Centenares, tal vez un par de miles de trabajadores, salieron caminando desde Puente del Azul por la calle Rodríguez. Antes de su llegada a la Plaza Independencia el comisario armó hasta a los escribientes de la comisaría y los trabajadores fueron ferozmente reprimidos con un saldo indeterminado de muertos y muchos heridos.
“La calle Rodríguez fue un reguero de sangre y eso quedó en la memoria de los picapedreros” marcó el historiador tandilense. Fue el 26 de febrero de 1911 y se cobró la vida del trabajador montenegrino Bekesa Bucolich, padre de 3 niños, durante la represión policial.
“Un año después, para que ese episodio no se perdiera en la memoria colectiva ocurrió este hecho, la voladura de la Piedra Movediza. Hay una relación directa de esas fechas trágicas” conectó Serra.
Serra aportó que los testimonios orales de la época hablaban de “dos personas altas, como son los montenegrinos, que salieron a campo traviesa del lugar después de la explosión”.
En tiempos de las redes sociales, Facebook le permitió a Serra conectarse con un viejo amigo radicado en Ushuaia. “Me contó que un alumno había pedido en la biblioteca un libro que se llama ‘Vida de un maestro’, escrito en 1937 por el gran educador uruguayo Jesualdo Sosa y aparece el testimonio de un niño eslavo de nombre Josko cuyo padre había estado en Tandil” contó.
En su relato el niño contaba de las pésimas condiciones de vida que tenían los canteristas en Tandil, que la gente comía peor que las bestias. “Es verdad, porque durante la huelga iban al campo a buscar alfalfa para comer alfalfa hervida” acotó Serra.
“Eran condiciones infrahumanas y según cuenta Jesualdo el chico manifestó que un día se cansaron, pusieron un barreno ‘y la peda no se movió más, no se movió’. Este muchacho pensó que era una fábula del maestro, pero después lo terminó enganchando con mi teoría que la piedra no se cayó por causas naturales, sino como producto de un atentado” afirmó Rodolfo.
“La explicación tradicional sobre la caída de la Piedra está inscripta en lo que ahora se llama fake news. Ninguna teoría era descabellada para tapar un hecho político de repercusión mundial y eso fue la voladura de la Piedra por militantes anarquistas. El derrumbe de la Piedra Movediza en 1912 hubiese tenido un efecto comparado con el de las Torres Gemelas” ratificó Serra.
Varios años después de la caída de la Piedra Movediza, en 1928, se conoció otro relato de dos montenegrinos, ex obreros de las canteras radicados en el territorio del Chaco, que reconocieron haber volado la piedra. Uno de ellos argumentó que estaban “cansados de los cogotudos que acudían diariamente a contemplarla y tocarla, mientras nosotros machacábamos granito arrastrando nuestro destino de bestias”.
La réplica tiene ADN olavarriense
Un equipo de trabajo encabezado por la ingeniera María Haydeé Peralta (actual decana de la Facultad de Ingeniería de Olavarría) llevó adelante el proyecto que se materializó con la réplica de la Piedra Movediza, colocada en el lugar de la original el 24 de febrero de 2007 en un acto encabezado por el presidente de entonces, Néstor Carlos Kirchner.
El equipo de trabajo coordinado por la ingeniera Peralta estuvo compuesto por las ingenieras Norma Ercoli, Irene Rivas, María I. Montanaro y María L. Godoy, el agrimensor Carlos Melitón, el ingeniero Raúl Bacchiarello y el por entonces alumno Andrés Negrette.
Los trabajos demandaron una inversión de 500 mil pesos y según el diario “La Nación” el financiamiento estuvo a cargo del presidente Kirchner, quien consideraba que “la reposición de la Piedra le va a dar gran trascendencia a Tandil”.
Dieciséis años después la palabra “réplica” puede sonar hasta reduccionista para un magistral trabajo de ingeniería que se propuso emular hasta lo inimitable hecho por la sabia naturaleza. “Es una obra absolutamente atípica para la ingeniería civil, que es lo que nosotros hacemos, además de lo que representó para Tandil su recuperación, que tantas veces fue intentada. A lo largo del tiempo habían existido muchos proyectos, desde pegar esos pedazos que están al pie del cerro y reponerla hasta construir una réplica” recordó ayer la ingeniera Peralta.
“Tuvimos tantas reuniones en el Municipio, con los vecinos y en el mismo cerro que se percibía el sentimiento de los tandilenses por ese ícono que habían perdido en 1912” subrayó la máxima autoridad de la FIO, aunque admitió que “había gente que tal vez no aceptaba poner una réplica, pero hubo muchos de los otros que hicieron que el trabajo fuera muy lindo”.
La construcción de la réplica convocó a un equipo multidisciplinario de prestigiosos profesionales. “Para nosotros fue un desafío, porque la hicieron en una metalúrgica de Tandil, hubo que trasladarla, subirla y que calce justo en su sitio original” destacó.
“También evaluar las cargas. Porque nosotros somos estructuralistas, o sea sabemos de cómo hacer una estructura resistente, que no se deforme, que no se rompa, que no se caiga y esto estaba en una posición muy particular y de una forma muy particular. Pensarla fue todo un desafío” marcó.
Otra labor ciclópea fue imitar una cubierta lo más parecida posible a la textura de las piedras del lugar. “Tuvimos que ver a especialistas, se hicieron probetas con polvo de piedras del lugar más resinas y otros elementos, que después cuando hubo que hacerlo en escala se complicó un poco porque no había mucho tiempo” apuntó.
La convocatoria al equipo de profesionales olavarrienses fue por septiembre de 2006 y la entrega del trabajo pautada para fines de enero de 2007.
“Todo fue desafiante, hasta la forma que realmente tenía, porque tampoco había tantos registros para buscar en archivos. Apenas algunas fotos. Incluso accedimos a algunos datos que se contradecían” indicó.
María ponderó el relevamiento topográfico en el lugar llevado a cabo por el agrimensor Melitón para encontrar las dimensiones, la posición y las formas definitivas de la piedra original, que medía 12 metros de largo, 5,75 metros de alto y 7 de base.
“Nosotros desde la ingeniería lo veíamos como que había estado allí, en un equilibrio absolutamente atípico. La lógica del equilibrio de fuerzas que manejamos no podía explicar bien cómo la piedra original estaba ahí y no se caía” reconoció.
“Con nuestros estudios logramos calcular las formas, el peso y el centro de gravedad, porque el secreto para que algo no se desplome es que la vertical que pasa por su centro de gravedad caiga en el apoyo. A la Piedra Movediza algo lo hizo correr y ese es el misterio que aún se está tratando de develar” explicó.
“Nosotros dimos muchas charlas en Tandil mientras íbamos avanzando con el proyecto y ver gente que nos decía con los ojitos brillantes ‘ingeniera, yo ya le he escuchado otras veces pero no me canso de escucharla. Cuando tenga otra charla avíseme’ nos daba la pauta de lo significaba y significa la Movediza para los tandilenses” consideró.
“Si a mí me preguntan ‘en mi vida profesional cuál fue el proyecto’, fue sin duda el de la réplica de la Movediza por todo lo que implicó” confesó la ingeniera Peralta, quien tiene en su oficina una maqueta de la Piedra en plastilina hecha por el agrimensor Melitón en los albores del trabajo.
“Después nosotros hicimos una maqueta de papel maché para pensar la estructura adentro y se hizo otra de plástico para hacer ensayos en un túnel de viento -porque las cargas ahí arriba son atípicas- en la Facultad de Aeronáutica de la Universidad de La Plata” contó la ingeniera Peralta.
Tiempo después el tema volvió a la Universidad de la Plata: al regresar del baño durante la cursada de una materia en el primer año de la carrera de arquitectura Fiorella Bacchiarello (hija de la ingeniera Peralta), encontró a su profesor explicando cómo había sido construida la réplica de la Piedra Movediza de Tandil por profesionales de la UNICEN.
El docente de la UNLP nunca supo la conexión entre una de sus alumnas y la jefa del equipo que cumplió el sueño centenario de generaciones de tandilenses.
La réplica de la Piedra Movediza finalmente fue colocada en la cima del cerro, en el lugar exacto y con las mismas características que la original, luego de un gigantesco operativo de izamiento seguido por miles de vecinos, que se habían concentrado en el lugar desde las primeras horas de la madrugada.
Según cifras oficiales, unas 12 mil personas asistieron aquella jornada del 24 de febrero de 2007 a la recuperación de la imagen alterada el 29 de febrero de 1912.