06-09-2023
Virginia Herbón es artista plástica y este año una obra suya quedó emplazada en la ciudad de Zárate. Es un busto del cardiocirujano René Favaloro, realizado en cemento. Cómo se gesta una obra.
Virginia Herbón es artista y docente, docente y artista, así, porque ella misma dice que ambas actividades se alimentan mutuamente. Se recibió de profesora de Bellas Artes en 1993 y desde entonces da clases en escuelas y pasó también por las aulas de Artes Visuales.
Coordina un taller de expresión artística que desde hace algunos años lleva el nombre de “La jirafléutica”. Dos de sus obras escultóricas están emplazadas en espacios públicos: La Loba Capitolina, que fue encargada por la Sociedad Italiana de Olavarría y está en el Paseo de los Italianos, en San Martín y Rivadavia.
La otra, un busto del Dr. René Favaloro que fue solicitado por la Sociedad Española de Zárate y colocado este año, al cumplirse cien años del nacimiento del célebre médico, recordado por ser el creador del “bypass”.
-¿Cómo surgió la iniciativa de hacer el busto de Favaloro?
-Tiene algo de azar. Casualmente una persona de Olavarría que colabora con la Sociedad Española de Zárate estuvo en conversación con el presidente, que es el Cónsul, quien quería hacer un busto como agradecimiento porque había sido operado del corazón. Entonces, le comentó que yo podría hacerlo. Ahí empieza una serie de conversaciones a través de whatsapp. Él estaba atravesando el post operatorio y quería agradecer lo que la Fundación Favaloro hace e hizo por salvar vidas.
Nos pusimos de acuerdo con las dimensiones que tendría y evaluamos cómo quedaría en el frente del edificio donde sería emplazado, para que la figura quedara armoniosa con la arquitectura.
-¿Cómo es el proceso de diseño y armado de la pieza?
Es un proceso largo, porque además yo no dispongo de todo el día para eso. Mi tiempo está repartido con la docencia y el taller. Se trata de hacer una búsqueda para tratar de que la escultura se parezca lo más posible al retratado. Busqué filmaciones, mucho material en internet, me interesaba ver su cabeza desde diferentes ángulos. Por ejemplo, hay todo un programa de Mirta Legrand donde la cámara toma distintos planos y lo vi todo. Debí elegir en qué etapa de la vida lo retrataría, y elegí los últimos años, que es cuando se vuelve más mediático y cuando la Fundación está en pleno auge.
-Y después, salís de la intimidad del taller y al espacio público…
- Sí. Se hizo un acto con gran despliegue. La verdad que me puse en contacto en 2019 y lo terminé en 2020 y recién pudo emplazarse en este 2023. Fue un evento formal con la participación de un centenar de personas, una mezcla de homenaje y despedida.
Eligieron el mes de julio porque se conmemoraron 100 años de su nacimiento y 23 años de su muerte. Creo que Favaloro pasa a ser uno de esos ídolos, con una serie de valores como de gran ser humano: la humildad, la inteligencia, el altruismo, eso de hacer algo que lo trasciende como persona. Un tipo que en un momento se olvida de él, en pos de su sueño.
-¿Hay otra creación tuya en un espacio público?
-La Loba Capitolina. La hice en 2005 y fue emplazada en 2007, encargada por la Sociedad Italiana de Olavarría. Además, hice el Cristo resucitado de la capilla del Cementerio Loma de Paz.
-Contame un poco de tu formación como artista
-Hice la carrera de Bellas Artes en la ciudad de Buenos Aires entre 1989 y 1993. Es una carrera de 5 años y los primeros 3 son de formación Bellas Artes y luego me especialicé en escultura. Luego me vine a Olavarría y arranqué a dar clases en 1994.
Ya cumplí 30 años en la docencia, sigo en las instituciones. Di clases en Artes Visuales entre 1996 y 1999, haciendo una suplencia primero, del maestro Finet, que fue mi maestro de plástica en la secundaria y mi referente local como escultor.
El taller de “La jirafléutica” arranca en 2009 pero antes arranqué en 1995 en el garage de la casa de mi mamá, después en la cocina de un instituto de inglés de una amiga, y más tarde pasé al living de casa, y luego ya pude construir un taller en mi otra casa y bueno, ahora aquí (en el Barrio Bancario 1).
-Hay muchos chicos que les gusta el arte, algunos querrán estudiar, otros lo dudan. Siempre se escucha decir que es difícil vivir del arte. ¿Qué mirada tenés vos, realmente es tan difícil? ¿Cuáles son los desafíos cuando apuestas a vivir de esto?
-A la frase “es difícil vivir del arte” le pongo como espejo: “ es difícil vivir sin hacer lo que uno ama”. Me planteé esto a los 17 años y una “profe” del Nacional me dijo lo que te estoy diciendo ahora. Ella me dijo: “vos no podes hacer lo que no te guste”, y nunca más tuve dudas.
Hay una vocación, hay una serie de condiciones que vinieron conmigo, eso uno lo identifica tempranamente. Está bueno si alguien las detecta y es acompañado en tomar clases, por ejemplo, ahí se empieza a despertar algo.
A mí me pasaba que se conjugaba la vocación, ciertas habilidades, aunque no soy la más habilidosa. A mí todo me cuesta mucho trabajo, necesito estudiar mucho, armar y desarmar, no me sale todo espontáneo.
Diría vocación, destreza y ambiente propicio y una llama, digamos la pasión, y que cuando yo necesito hacer algo, recurro a ella. He pasado por situaciones económicas muy jodidas, situaciones donde el trabajo mermaba, he tenido que inventar mi trabajo, crearlo de la nada.
Y nunca dudé de seguir por esta vía, que es la que yo conozco, creo que es lo único que sé hacer. Me he convertido en profesional. Lo artístico también conlleva disciplina, constancia, organización. Uno además se convierte en un emprendedor libre, independiente, en un terreno donde las reglas no están claras y está todo por hacerse, por investigar.
Si alguien se está planteando si jugársela, por una vía artística, yo le digo que sí, porque dentro de ellos está todo lo necesario para que triunfen. Independientemente de lo que cada uno entienda por triunfar. Para algunos, será subirse a un escenario, para otros será llegar a un público de niños y para otros, es inspirar, o sanar, tal vez.
Puede ser producir cambios sociales, humanos, muy profundos a través del arte, depende cuál es la misión, la tarea que cada uno cree que tiene en esta vida. Y eso se va descubriendo a medida que va haciendo. Yo no tenía esto tan claro cuando tenia 20 años o cuando me recibí. Hubo un momento de desesperación, de pensar ¿y ahora qué hago con todo esto que hallé?
Tuve que hacer un camino personal, y entendí que lo mío pasaba por una combinación de la enseñanza con lo artístico. Entendí que una alimentaba a la otra. Ahora estoy dibujando, leyendo sobre los mitos y eso alimentará lo artístico, barro, pinceles, dibujos, que a su vez llevaré a la enseñanza. No hay que tener miedo, uno sale a surfear la gran ola de la vida con lo que tiene.
El proceso de hacer una escultura
Primero es captar lo anatómico, proporciones y rasgos físicos. Después, el retrato psicológico, que tiene más que ver con su personalidad y lo que él transmite a través de los gestos y marcas que ya están en la cara: los párpados, algún surco, el entrecejo, las marcas alrededor de la boca, todo eso.
Pasó por ahí la exploración y esa es la fase de documentación y luego fui haciendo los bocetos. De ellos, me quedé con uno y luego vino el trabajo de pasar a mayor escala el modelo.
Luego, empezó el trabajo de modelado en arcilla, que llevó varios meses y luego, la etapa de matricería, la elaboración de los moldes que se hacen en yeso, y se cubre la figura. Ese es el momento en el que se deja de ver la escultura.
Ese trabajo llevó meses. Consiste en cubrir con capas de yeso esos moldes, que tomarán la impresión de la figura original que está hecha en arcilla húmeda. El yeso tiene la capacidad de copiar fielmente la figura de arcilla y la arcilla no se pega al yeso.
Luego, se abre el molde, se arranca y quedan pedazos de la figura. Es el momento de confiar en la capacidad del yeso de copiar bien. En este caso se sacan dos mitades, cada una de ellas se llama tacel. En otros casos se pueden generar más cantidad de partes. Los bustos son de poca complejidad en cuanto a complejidad, lo sacás por la mitad.
Y ese es el negativo, el positivo es la pieza de arcilla y el negativo es cada molde de yeso, al que hay que hacerle un tratamiento para impermeabilizarlo. Después, viene la etapa de vaciado. Se colará el material, y quedará realizado con un material resistente, que en este caso es cemento.
Hice una especie de hormigón armado, con cemento, arena montevideo y armazón de hierro para darle estructura. Una vez que están los dos moldes limpios, se les hace un aislamiento, se pone un agente de despegue y se vacía con cemento y arena y se coloca un armazón.
Eso queda embutido dentro de la figura, permanece 7 días para que adquiera resistencia y después hay que picar, tallar ese molde. Esa es otra etapa donde la figura se pone en riesgo. Se requiere paciencia para ir rompiendo esa cáscara. Se usan distintas herramientas y cuánto más te acercas a la figura, con más cuidado lo debes hacer.
Aparece la figura definitiva y siempre hay una instancia de reparación. Es inevitable que aparezca una burbuja, un golpe de la herramienta que se zafó.
Después es la etapa de acabado de superficie que sería el color, la pátina y en este caso elegí hacer una pintura que tuviera apariencia de bronce. Se mezclan los rojizos, hay una tierra sombra, verde y dorado y por capas de transparencia. Finalmente con una laca se logra que sea resistente a la intemperie. Siempre hay un deterioro, hay que tener en cuenta que al año, año y medio hay que hacer trabajos de mantenimiento.