13-09-2023
La novela “Rosina” se presenta este viernes en la Sociedad Italiana. Escrita por el periodista Daniel Lovano, es una invitación a recorrer la historia de una familia y a reconocernos en ella.
(Foto de portada: la familia de Rosina)
Daniel Lovano es periodista y pensaba, a pesar de la insistencia de su madre, que no podría escribir un libro. El tiempo de la pandemia, que puso todo patas para arriba, le mostró que tenía el material y la voluntad y comenzó a desovillar la historia de su abuela materna, Rosina. El libro, recientemente editado, se presentará este viernes en la Sociedad Italiana. Antes, se tomó unos minutos para conversar con Verte sobre el proceso de escritura y edición.
-¿Puede ser que “Rosina” sea un libro que habla sobre los mandatos? Alguien huye de algún mandato, y al mismo tiempo va en busca de su propio mandato, me pareció verlo en distintos personajes.
-No, nunca lo pensé así, pero puede ser. A Rosina, así como la veías tan cándida, tan frágil, tenía un carácter fuerte, se plantaba y decía “es así” y “es así”. Ella se vino a Argentina con 4 niños pequeños y aquí no tenía a nadie. Cruzó el Atlántico y fue hacia lo desconocido.
Por qué lo hizo, nunca lo pude descifrar. Cuando ella murió, a los pocos días, con mis primas abrimos su baúl, cosa que nunca habíamos hecho y encontramos unas cartas de amor que se habían escrito durante la guerra con quien sería mi abuelo. Y empezamos a descifrar lo que se amaban y cómo lo expresaban.
-Cuando te digo lo de los mandatos, me refiero también a ese que marca que no pudiste, o no te permitieron, irte a estudiar periodismo, y, sin embargo, fuiste periodista.
-Sí. Y, ahora que lo pienso, quizás este también era un mandato. Mi mamá, cuando me estabilicé como periodista, toda la vida me dijo, tenés que escribir la historia de la nonna. Y me decía: “aprovechá que la nonna vive”. Siempre le respondí que no me sentía capacitado para escribir un libro, que era periodista y no escritor. Siempre me dijo eso y siempre le respondí lo mismo.
Hoy, siento que perdí muchos datos de la historia, ya que nadie fue testigo como mi mamá de la historia. Ella fue la hija más grande y la que tenía el testimonio de primera mano de todo lo que vivieron en Italia primero, y en Argentina después.
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-¿Ella te contó su historia? ¿O te la contó tu mamá?
-Ni mamá ni ella. Después de la muerte de ambas me fui enterando de muchas cosas e inclusive me enteré de otras tantas cuando viajé a Italia. Averigüé cosas, trabajando en el Banco en Loma Negra me fui enterando de otras, conocí a personajes que me fueron contando algo de la historia de mi abuelo. Y cuando me decidí a escribir el libro hice entrevistas con mis tíos. Ellos me contaron mucho de lo que después volqué en el libro.
El libro salió también de casualidad. El 22 de agosto de 2020, el día que mi abuela hubiese cumplido 100 años, publiqué un texto en Facebook y al otro día seguí escribiendo, y al otro día, seguí. Hablé con mis tíos, les pregunté si les gustaba la idea de que contara la historia de Rosina y me dijeron que sí. Hice entrevistas, busqué datos, anécdotas de cómo se hicieron la casa, de cómo atravesaron los primeros años después de la inmigración.
Ya había terminado el libro y mi viejo me llamó a su casa, bajó un cuadro que es el retrato de la última foto de mi mamá, acariciando un cerezo florido. Lo desarmó y sacó un paquete con cartas. Y me dijo que eran las cartas que se mandaban cuando estaban de novios. Nunca supe que existían.
-Y cómo fue descubrir que sí podías escribir un libro, tal como te había pedido tu mamá…
-Estuve un año escribiendo y después, cuando llegué al momento en el que se conocieron mis viejos, no me salía nada. Y después, cuando la pandemia fue cediendo y me fui sacando mis miedos y salía a caminar por el parque Avellaneda, se me empezaron a ocurrir historias, imágenes, diálogos.
Rosina
- Sabías que esta historia iba a ser un libro para publicar ….
-Sí y después busqué asesoramiento con Guillermo Del Zotto (escritor y uno de los referentes Del altillo ediciones). Hice un taller y fui recibiendo herramientas para armarlo. Me ayudó mucho conocer el territorio que iba a describir. Cuando fui a Italia, no conocía a nadie, y hoy tengo relación con todos, nos hablamos, nos escribimos.
Para escribir, me ayudó conocer la geografía, los parientes, la que fue su casa. Mantengo relación con los hijos de todos los primos. Ellos fueron útiles en la reconstrucción de la historia.
-De alguna manera ¿tu decisión de escribir y de hacer las entrevistas, puso a circular la palabra en la familia?
-Sí, mucha gente habló y vino bien para todos, porque se engancharon con la historia. Todos me agradecen eso, que el libro deja plasmada la vida de Rosina y lo que ella significó para nosotros. Casualmente, el sábado próximo se cumplen 19 años de su muerte.
Nos seguimos juntando toda la familia, siempre, para todos los cumpleaños. No sé si tiene que ver con la forma en la que se formó la familia, lejos de todos, solamente con la ayuda de la “tanada”. Seguimos siendo una familia grande muy unida. Y la culpable de todo eso fue Rosina. A mí lo que me llena de alegría es que se fue de este mundo viendo a la familia feliz. Cada domingo era una fiesta en la casa de ella.
-¿Cómo fue el momento de editar, de dar ese paso?
-Me resultó más fácil porque es mi segundo libro (el primero es sobre la historia del Club Ferro, “Bolsas de carbón”). Además me divertí con este, me sentaba con un sentimiento especial frente al teclado, era como pagar una deuda con mi vieja, sobre todo, y en cierto modo, con mi abuela Rosina. Seguramente parte de la energía que tuve me la dio ella.
A mi prima Karina le fui entregando los borradores del libro y también a mi hija. Ellas me fueron haciendo devoluciones. Una es muy sentimental y la otra es muy racional y frontal.
-Fuiste encontrando voces que te dieron otra mirada…
-Sí, y vamos a ver ahora que la lean, qué dicen. También hice un trabajo documental. En el caso de la documentación de la empresa Loma Negra, me ayudó Sandra Areco, que está en el Museo Hogar Municipal Loma Negra. Y después hay un sitio que se llama CEMLA que tiene documentada la llegada de todos los inmigrantes de la historia argentina, en qué barco arribaron, la edades que tenía cada uno, todos los datos.
Y después hay cosas que me sorprendieron: los barcos en los que llegaron mis abuelos paternos terminaron siendo barcos de guerra y la mayoría terminaron hundidos en la guerra. Y al revés, aquel en el que llegó mi abuela había sido un portaaviones y terminó siendo una embarcación para transportar inmigrantes.
Pienso que la historia de mi abuelo también es muy fuerte: te tienen que sacar a los 18 años del campo, sin conocer otra cosa, y meterte en una guerra. Y cuando se terminó, dijo “nunca más”. Mi abuelo jamás habló de la guerra, ni siquiera con mi papá.
Es más, cuando nació mi papá, vendió todas las armas, y él era un experto tirador. Mi abuelo paterno no guardaba un buen recuerdo de Italia, amó profundamente a la Argentina. Eso sí lo sé.
-¿Qué se puede adelantar de la presentación del viernes 15?
-Hay mucha gente invitada, estarán presentes representantes de la Sociedad Italiana y de la Asociación Familia Siciliana. Se sumará también el Coro de la Sociedad Italiana. Y bueno, estoy feliz, sólo espero haber estado a la altura.
DATOS DE LA PRESENTACIÓN
El viernes 15 de septiembre Daniel Lovano Cangemi presentará su último libro editado por delaltillo. Se trata de «Rosina» una apasionante historia que tiene como escenario la inmigración y Olavarría. La presentación será a las 19.30 horas en la Sociedad Italiana, Dorrego 2851. Aquellos que deseen comprar un ejemplar podrán hacerlo ese mismo día.
La invitación para el evento señala que "Rosina" es la historia de una mujer inmigrante atravesada por las dos Guerras Mundiales. De Italia a la Argentina y viceversa, sus viajes y sus retornos la llevan a conocer el amor, la mezquindad, la tragedia, el dolor, el desarraigo y la resiliencia.