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26-09-2023

Cuando el tiempo no existe

Gisi y Luisi salieron hace dos años en bicicleta desde Olavarría hacia el Sur. Después doblaron la apuesta y partieron hacia Brasil. Bordearon el litoral brasileño y ahora están en Alagoas.


Alagoas está a mitad de camino entre Olavarría y Puerto Rico. Allí están ahora estacionadas (aunque no por mucho tiempo) Gisi y Luisi después de haber transitado por más de un año casi 7.000 kilómetros sobre sus bicicletas.


Esta escala es lo más parecido a un paraíso natural que existe en el planeta, en el nordeste brasileño, de playas con arenas blancas, un mar increíblemente azul y palmeras que son de lo poco verde que queda de la selva tropical devastada por la intervención humana.


A Luisina Rodríguez (Luisi) y María Giselle Martínez Armendano (Gisi), como a muchos, en la pandemia se les hizo un click para pagar deudas pendientes.


“La idea surgió en la pandemia. Habíamos viajado a dedo a Ecuador y en pandemia compramos una bici. Nosotras somos del ambiente de arte independiente de allá -de Olavarría- y con tres amigos arrancamos un viaje en bicicleta al Sur, que comenzó el 21 de septiembre de 2021” recordó Gisi.


“La verdad que luego de toda la experiencia que fue viajar a dedo la bicicleta quedó como una excelente herramienta de seguridad para poder seguir conociendo otras culturas y otros lugares” resaltó.


Gisi y Luisi trabajaban en un circo contemporáneo de Olavarría. “Cuando arrancamos el viaje armamos un proyecto de circo itinerario independiente con estos tres amigos y la idea era a medida que íbamos llegando con las bicicletas escribirles a las localidades para presentar las funciones. Esa fue la idea base de cómo gestionar nuestra economía” acotó Luisi.


Arrancaron para Sierra de la Ventana; atravesaron hacia el oeste la provincia de Buenos Aires por la “Ruta del desierto” para internarse en La Pampa; ingresaron a Neuquén e hicieron “La ruta de los 7 lagos”, Villa Pehuenia y sobre las bici terminaron seis amigos y amigas en El Bolsón.
 




En medio del frío patagónico que recibió a Gisi y Luisi al pie de la cordillera de Los Andes recordaron una meta de años, que era viajar hacia el otro extremo del continente, cruzando Brasil de sur a norte.


“Saludamos a la familia, nos quedamos un mes, arreglamos algunos temas pendientes y arrancamos la nueva travesía, desde Misiones. Hicimos la Ruta 14, paramos tres meses en Cataratas del Iguazú y cuanto intentamos cruzar a Brasil por Foz do Iguaçu tuvimos algunos problemas con el cambio, nos enfermamos las dos y debimos regresar a Puerto Iguazú” siguió Luisi.


La segunda intentona, por un camino alternativo en el estado de Paraná, dio resultado: “Recuperamos la plata trabajando en Puerto Iguazú y en Brasil pudimos conocer los maravillosos ‘postos de gasolina’, las estaciones de servicio, donde nos ofrecían agua, duchas y nos podíamos tirar a acampar”.


Por la Ruta 277 llegaron a la costa de Paraná y a la ciudad más importante del estado, Curitiba.


“Nos tomó un mes atravesar todo el estado. Fue muy duro, con mucho frío, con mucha lluvia y muchas subidas. Nuestra idea era conocer el litoral de Brasil” confesó Gisi.


Se iban consumiendo kilómetros por rutas, atajos, caminos vecinales hasta que llegaron al primer punto marcado en el mapa: la playa Peruíbe, en el estado de San Pablo. Un mes y medio más de viaje.


Pasaron Navidad de 2022 en Río de Janeiro con una colombiana y unos amigos que habían conocido en el Sur y año nuevo sorprendió a Gisi y a Luisi en Cabo Frío. Después del brindis siguieron la ruta del litoral brasileño hasta Pernambuco.
 




“A todo esto viajamos con una cachorra que es de Olavarría como nosotras, que ahora pesa 20 kilos, así que nuestro paso era lento. Cuando fuimos a saludar a la familia, ahí ‘pegamos’ a la cachorra que encontramos en la calle, estaba con sarna, muy mal y acá está, con nosotras” marcó Gisi, con una palabra en portugués metida en medio del relato.


Ambas coinciden en que sus viajes no tienen punto final, ni tiempo. “Siempre es casa, pero nunca es final porque siempre volvemos a viajar. Nuestra idea es conocer lo más que podamos, y nuestro objetivo siempre es a lo que queremos ir. Aunque lo quisimos hacer un montón de veces, para nosotras no funciona armar un proyecto de viaje. Ahora tenemos todas las intenciones de ir a Bolivia, pero puede pasar como no” reveló Gisi.


La bajada ya empezó y la siguiente parada será Bahía, para conocer la imponente Chapada Diamantina y dentro de ella la catarata de Fumaça y sus 380 metros de caída libre. De allí moverse al estado de Piauí antes de cruzar Brasil de este a oeste para terminar en Bolivia.


Desde el país del Altiplano el objetivo será pasar a la Argentina en dirección a Mendoza para vivir sobre las bicicletas un trayecto que tanto Gisi como Luisi ya han hecho a dedo.
“Aprendimos a no poner fecha. Será según se vaya dando. Las cosas se dan cuando se tienen que dar; para nosotras funciona así” reflexionó Luisi.


Para transmitir sus anécdotas o vivencias sobre dos ruedas sólo bastaría un libro. Algunas, separaron para esta nota.

“En San Pablo nos chocamos con un morro que dividía a dos ciudades. Nos llevó 4 horas hacer estos 7 kilómetros. Llegamos extenuadas del otro lado, porque no podíamos subir en bicicleta y tampoco podíamos bajar en bicicleta por la pendiente y la peligrosidad de la ruta” recordó Gisi.
 




“Pero lo más lindo fue que cuando bajamos con las piernas explotadas de tanto calor, cansadas, transpiradas, una persona de Colombia nos invitó a comer. Y fuimos como estábamos, sentadas en un restaurante de lujo que era imposible para nuestros bolsillos, sin bañarnos, todas sucias comiendo un risotto de caillou que estaba riquísimo” contó Gisi entre carcajadas.


Luisi valoró esta posibilidad de viajar en bicicleta: “Para nosotras viajar a mochila fue muy peligroso. Somos dos mujeres, lesbianas, que nos han pasado situaciones más complejas que viajando en bici. En bicicleta uno tiene la libertad de poder elegir, de llegar a la hora que uno quiere”.


Describió la “belleza de ir por la ruta al costado de las playas, con la mata atlántica del otro lado de una vegetación maravillosa, animales muy hermosos. Una va pedaleando en medio de la nada y sintiéndose realmente libre”.


“Viajar en bicicleta es una reivindicación para nosotras muy importante. De hecho la gente se sorprende, no nos cree cuando les decimos que venimos pedaleando desde la Argentina y la primera pregunta es ‘¿no tienen miedo?’. Sí, siempre tenemos miedo, pero más miedo al hombre que estar solas en lugares desconocidos o a la naturaleza”, reflexionó Luisi.


“El pueblo brasileño es muy solidario. Nos han ayudado mucho. Gente que en la ruta nos dice ‘nos encanta lo que están haciendo’. A veces nos aplauden sin decirnos nada o paramos las bicis y se juntan alrededor. La gente lo hace de corazón y nos dan una fuerza enorme” subrayó Gisi.


Llegando al final de la charla agradecieron lo aprendido en los espacios culturales de Olavarría para esta vida de autosuficiencia que nunca se termina.


En ello, las bicicletas siguen siendo las mismas con las que salieron de Olavarría, compradas en la otra punta de Sudamérica, en Neuquén.


“Están súper oxidadas, están re cagadas a palos, las cubiertas casi no tienen ni dibujos ya, pero siguen de pié” cerraron Gisi y Luisi.

 

 

 


 

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