19-10-2023
Un trabajo publicado recientemente revela las dificultades que atraviesan las reservas naturales municipales en la provincia de Buenos Aires. El análisis de la investigadora local Natalia Moro.
Un trabajo recientemente publicado con el nombre “Las áreas naturales protegidas municipales de la provincia de Buenos Aires”, realizado por la investigadora Bárbara Gasparri en 2022 en el marco de la especialización en Derecho y Política de los Recursos Naturales y del Ambiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y publicado este año por la fundación ambientalista Azara revela las dificultades que atraviesan las reservas naturales municipales en la provincia de Buenos Aires.
La científica realizó un relevamiento a partir de las normativas municipales vinculadas a áreas naturales protegidas y de la consulta bibliográfica y a distintos especialistas y de su trabajo se desprende que “en la provincia de Buenos Aires se registraron 46 áreas naturales protegidas municipales (creadas por ordenanza o decreto municipal), pertenecientes a tan sólo 36 de los 135 partidos que la componen”.
Según el relevamiento, el distrito que cuenta con más áreas naturales protegidas municipales (el trabajo no contabiliza otros sitios de conservación como Parques Nacionales o Reservas de Biosfera) es San Isidro, que tiene cinco. Con dos cada uno, están Avellaneda, Baradero, General Pueyrredón, Puán, Quilmes y Villarino.
Los restantes de los 36 contabilizan un solo sitio de protección natural y son Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Berazategui, Bragado, Escobar, General Alvarado, Ituzaingó, La Costa, La Matanza, La Plata, Las Flores, Lomas de Zamora, Luján, Magdalena, Moreno, Morón, Pilar, Ramallo, Roque Pérez, San Antonio de Areco, San Miguel, San Nicolás, San Pedro, San Vicente, Tandil, Tres Arroyos, Vicente López, Villa Gesell y Zárate.
Si hay un partido donde sus gobernantes han prestado nula atención a la defensa del medioambiente y al conservacionismo de la flora y la fauna autóctona en la provincia de Buenos Aires ese ha sido Olavarría, con poco riesgo de fallar en la observación.
Hurgar en sus extrañas para la explotación minera, sembrar o poblar los campos de vacunos han sido las prioridades excluyentes por más de un siglo.
Hoy el tema ambiental está más en la agenda que nunca. El mundo empieza a darse cuenta de que planeta hay uno sólo y pide a gritos más cuidados de los que el hombre le ha profesado desde que apareció entre su fauna.
El calentamiento global entre los llamados de atención es el más fuerte de todos. Pero hay otras alertas, casi siempre asociadas, como la deforestación, la pérdida o disminución de la fauna, la suba de temperatura de los mares, la contaminación por tierra, aire y agua, etc. Quizás ya sea demasiado tarde, aunque no estaría mal empezar por casa.
Natalia Moro es estudiante de arqueología y a su vez está diplomada en la educación para la conservación del territorio, forma parte de la Red de Restauración Ecológica Argentina, es promotora ambiental y en los últimos dos años ha trabajado para la Secretaría de Ambiente de la ciudad de Buenos Aires que tienen que ver con la reforestación urbana.
Una de sus grandes preocupaciones es la conservación del pastizal pampeano, de lo que ya poco queda. “Con ciertos valores que tienen que ver con la fauna y la flora autóctonas. Esto tiene que ver mucho con la conservación de los ecosistemas locales” señaló.
“Por mi experiencia, no es sencillo llegar a un área natural protegida, para que estos espacios importantes de conservación sean declarados como reservas naturales, parques nacionales o provinciales, reservas urbanas o se llamen como más nos guste, porque depende mucho de cada gobierno local. Todos tienen su librito para las cuestiones ambientales, más allá de las leyes que amparan este tipo de espacios” advirtió.
La investigadora local comentó que estos lugares requieren profesionales a cargo que lleven adelante la planificación y el armado completo de la reserva. “No se resume en tener la reserva, cercarla y listo. Hay que seguir un protocolo, leyes. Desde el cercado, que es una discusión enorme en la actualidad que involucran a profesionales, vecinos, gobiernos” observó.
Sobre el espacio particular de la región pampeana y su pastizal, su flora, su fauna y sus humedales Natalia llamó “subsanar lo que ha ocurrido con el pastizal pampeano original, que está todo modificado por el accionar del ser humano a través de la ganadería y agricultura”.
“Podemos hacerlo trabajando en reforestación y en conservación, siempre apelando a mantener las especies nativas de nuestro ecosistema. Nosotros tenemos un gravísimo problema con las especies vegetales invasoras” alertó.
“Acá nomás en Olavarría tenemos un problema enorme con la acacia negra y tenemos un grandísimo problema con la aparición de los jabalíes, que es una especie exótica que ha corrido nuestra fauna autóctona y ha hecho grandes desastres” verificó.
Natalia destacó el cordón serrano como un importantísimo reservorio de naturaleza. “Es un ámbito riquísimo de bichos que protegen un montón de enfermedades para los seres humanos. Sin ir más lejos los reptiles son muy importantes para la salud pública” subrayó.
En el mismo sentido anticipó que está por salir la reserva natural urbana de Olavarría en el Bioparque La Máxima: “Es un lugar que se propone como una de las mayores zonas buffer, que son ámbitos de amortiguación o pequeños pulmones en este caso entre el PIO y la zona urbana”.
“Hace varios años que se trata de llevar adelante porque el lugar estaba siendo utilizado como basural y se han realizados registros de biodiversidad para la implementación de la reserva, que no sólo va a estar destinado a la educación y a la formación científica, sino también a la conservación de un pedacito de nuestro ecosistema” reveló.
Allí han trabajado especialistas, alumnos que hicieron su tesis de guardaparque, con escuelas para darle sitio a esta reserva natural urbana. “En nuestro partido estamos un poco complicados, porque la urbanización ha avanzado demasiado” subrayó.
“Nosotros tenemos un humedal importante que es el arroyo, aunque con grandes problemas de contaminación y además ahora tenemos el problema de las carpas, que son bichos exóticos que han ido corriendo a los peces nativos. La ciudad está atravesada, por eso hago mucho hincapié en las reservas naturales urbanas” sumó.
Rescató que el Cerro Largo no sucumbió a la explotación minera, “entonces se pudo rescatar esa porción. Hoy en día los conceptos de cuidado de ambiente y los conceptos ecológicos cambiaron mucho. La urbanización es enorme y lo que nos queda a nosotros como conservacionistas es agarrar pequeños lugares y convertirlos en jardines de conservación de especies vegetales nativas”.
“En eso se está trabajando muchísimo en CABA y es lo que vamos a tratar de implementar en Olavarría con intervenciones en veredas, en plazas donde se van a plantar especies nativas y eso mismo hará que vuelva la fauna que necesitamos” explicó.
Natalia informó que en la tarea de conservación de humedales hay que tener en cuenta que la mayoría de ellos “se encuentran en campos privados y por general están cuidados por su propios dueños y existe de todo: propietarios que no le dan importancia y no dejan que el curso de la naturaleza siga tal cual lo conoció y existen dueños que se preocupan por la conservación completa, protegen todo lo que los rodean, no permiten el acceso y un montón de cosas que están buenas”.
“Donde hay agua hay vida y los humedales son los grandes protectores de la biodiversidad y es lo que más deberíamos proteger son estos espejos de agua” enfatizó.
“Las especies nativas son lo que tenemos que tratar de devolverle al ambiente local, porque han sido las grandes perjudicadas de la actividad minera, agrícola, ganadera. De hecho hoy en día muchas personas en muchos campos por suerte han abierto su cabeza a la agroecología. Eso ya es un avance enorme” celebró.