23-12-2023
Maxi Gargaglione volvió a vestirse de héroe en la definición por penales ante El Fortín y los carboneros se metieron en los cuartos de final del TRFA tras imponerse por 2-1 (global 2-2).
Foto: gentileza Verito
Como aquel 12 de diciembre de 2017, la noche del viernes terminó con el “Pocho” Gargaglione abriendo su pie derecho, poniendo la pelota contra el palo en el arco que da a la calle Balcarce y después una carrera loca hacia el otro arco, con la camiseta como bandera sobre su cabeza, para saltar el alambrado y abrazarse con su esposa e hijos en la tribuna y volver a la cancha hasta confundirse -como uno más- con los hinchas que celebraban la clasificación en la tribuna del viejo buffet.
Igual que seis años y diez días antes Ferro se quedó con otro clásico en la definición por penales. Aquel fue con Racing y este con El Fortín; aquel le dio la clasificación a la final por el ascenso y este el pasaporte a otro enorme derby con Racing, en enero, por los cuartos de final del Federal en la Federación Bonaerense Pampeana.
Ferro había perdido el partido de ida 1-0 en el “Ricardo Sánchez”, caía 1-0 con uno menos en la revancha, era superado por El Fortín en todos los sectores de la cancha al punto que desde la cabecera de la Balcarce ya se animaban a cantar el “oooole”.
En una ráfaga lo dio vuelta y luego tuvo más puntería que El Fortín en la interminable definición por penales.
Hasta ahí el “qué”, que no admite demasiadas discusiones. El “cómo” y el “por qué” son otro asunto.
Con ese 2-0 en el global Ferro deambulaba la cancha como observador impotente de la lujosa tenencia de Abelairas (los 30 y pico minutos que jugó en el segundo tiempo fueron una maravilla), Junger, se asociaba Echarri en la izquierda, más el “Patotero” González para tratar de darle el golpe de gracia a Ferro y a la llave.
El carbonero nunca había encontrado el partido. Entrando al último cuarto de hora menos y con 10 por la expulsión de su segundo marcador central Samuel Cotto. González tuvo el remate con una escapada por la derecha y casi sin ángulo no pudo esquivar el cuerpo del arquero Casas.
De pronto el cuarto árbitro llamó desde el costado y empezaron a desfilar desde la cancha hacia la zona de bancos tres de los cuatro o cinco jugadores más importantes que tenía El Fortín en ese dominio absoluto de pelota y terreno: Abelairas, Junger, más Benito que estaba volviendo loca a lo que quedaba de la defensa de Ferro (Suárez se había ido de "9", Cotto en los vestuarios y los dos laterales subidos) con sus piques.
Por juego, ninguno de los tres debía salir. Ferro se despabiló y El Fortín fue otro equipo. Para su pesar, un tiro libre ejecutado desde la mitad de la cancha por Casas (un par de segundos antes de que el árbitro diera la orden) quedó sin resolución defensiva en el punto del penal y Franco Hammerschmidt lo empató con un furioso zurdazo.
Ferro no jugó nunca bien en este torneo; a veces jugó mal y en ocasiones rematadamente mal como el viernes por la noche. Lo que no se le puede desconocer a este equipo de Miguel Diorio es que nunca pierde la fe, jamás baja los brazos y muchos menos da un partido por perdido.
Lo hizo con Estudiantes en la primera fecha de la segunda rueda en la fase de grupos y lo volvió a hacer contra El Fortín.
Al instante, la acción más polémica de la serie. Foulazo de Axel Baliño contra el arquero Peralta en un centro llovido y el árbitro Lisandro Rodríguez dio córner.
El envío desde la izquierda cruzó buena parte del área grande y desde el borde del área chica Axel Baliño (como contra Estudiantes) hizo lo que un ratito antes los carboneros no soñaban ni de milagro con igualar la serie y mucho menos con los penales.
Obligado por las circunstancias Ferro salió a buscar el partido y no se le caía una idea. Empezaba mal con la falta de oficio de Matías Jalil en su rol de volante central y seguía mal, obstinado en la búsqueda de Gutiérrez en la derecha como arma predilecta para el desequilibrio, presa de la excelente marca de Echarri en toda la serie.
Los mayores riesgos para Peralta llegaban con los centros de Hammerschmidt con pierna cambiada, partiendo en su desconocido rol de interno por la derecha. Poco de Ponce, Astiz lesionado, sin sorpresa de los laterales y alguna que otra lúcida patriada con la pelota de Rodrigo Garro. Así, a Ferro no le alcanzaba.
A El Fortín, al igual que en la ida, le costó un cuarto de hora acomodarse en la cancha y a partir de ahí manejó el trámite como quiso y en el sector del campo qué quiso hasta que llegaron esos cambios determinantes en el desenlace de este duelo.
Había amagado en varias de transiciones rápidas y el gol de la apertura llegó con un saque largo, peinada de Piecenti, pifia de Suárez y Benito que se fue solo para definir sin problemas frente a Casas.
La noche empezó a pintar para exhibición, hasta que se fueron los dueños de la pelota (Junger y Abelairas).
Ferro se despertó, dio vuelta el partido, empató la serie y Maxi Gargaglione tuvo los minutos suficientes en cancha para volver a ponerse el traje de héroe, que tan bien le queda con esa camiseta.