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05-02-2024

Puentes colgantes: esos símbolos de la identidad olavarriense

El primero sobre el arroyo Tapalqué fue instalado en 1881, unos pocos años después de la fundación de la ciudad. Hoy ellos están hasta en la bandera que representa al Partido.


Ciento cuarenta y tres años atrás Olavarría, que estaba dividida en dos partes por el arroyo Tapalqué, quedó unida por primera vez por la mano del hombre con la construcción de un puente colgante ubicado a la altura de lo que hoy es la Comisaría Primera.

 

Da testimonio de ello un cartel azul con letras blancas auspiciado, en su momento por el Club de Leones, ubicado contra la margen izquierda del arroyo en la Plazoleta “Dr. Jorge Scala”.

 

La construcción que abrazó ambas márgenes del curso de agua se realizó en 1881 y permitía unir lo que hoy es el centro de la Ciudad con el barrio Pueblo Nuevo.

 

Los recursos para llevar adelante el emprendimiento fueron aportados por los vecinos Santos Lafuente, Julián Gómez, Ambrosio Bosano y Agapito Guisasola, mientras que el director de la obra fue Mariano López Camelo.

 

En el relato de Santiago Casey que pertenece al Archivo Municipal de Olavarría, Gómez donó las alfajias de pinotea; Lafuente se hizo cargo de los honorarios del personal; Bozano de los torniquetes para estirar los alambres y Guisasola suministró los alambres y 6 postes de ñandubay.
 


 

Dos años más tarde, en 1883 el gobierno nacional remitió a Olavarría un puente de hierro usado para ser instalado en paralelo a las compuertas que están en pleno Parque Carlos Guerrero de Estudiantes.

 

Salvo aquel primer puente colgante, hasta 1881 no había otro modo de atravesar el arroyo Tapalqué que por el “Paso de Rivas” (a la altura de la avenida Del Valle) y la Jabonería de Marqués, por el final del Parque Olavarría.

 

Después llegaron más puentes para acercar a los barrios a uno y otro lado del arroyo.

 

A la altura de la calle Coronel Suárez comenzó a construirse en 1889 otro con madera de urunday negro traída desde Paraguay, permitía el tránsito de vehículos y peatones y daba acceso a la calle Humberto I, donde por entonces estaba ubicado el Cementerio Municipal.

 

En 1908 se construyó un puente a la altura de la avenida Colón, gestionado por el ex comisionado municipal y por entonces senador provincial Isaías Mendiburu.

 

Con el avance en las formas de construcción se fueron sumando los puentes de hormigón tal como hoy se conocen: el puente “La Agraria”, el “Lucio Florinda” a la altura de la avenida Del Valle, el puente peatonal de la calle Hornos, los puentes sobre Coronel Suárez, Belgrano, Necochea, las avenidas Colón y De los Trabajadores, el puente “Frontera Sur”.
 


 

Entre todos estos y algún otro cruce que se pueda haber escapado del relato, los puentes colgantes configuran la personalidad de la Ciudad y del Partido. De hecho, forman parte de la bandera que lo identifica y a partir de la ordenanza 2165/97 cada uno de ellos pasaron a tener nombres.

 

El departamento ejecutivo, encabezado por Helios Eseverri, había remitido al Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza por el cual proponía la imposición de nombres a esos puentes colgantes que cruzaban y cruzan el curso del arroyo Tapalqué.

 

“La iniciativa había surgido de la voluntad comunitaria expresada en oportunidad de realizar la ‘Fiesta de los Puentes’ en nuestro medio” decían los medios de la época.

 

La aludida celebración se realizó el domingo 2 de febrero de 1997 y una multitud respondió a la convocatoria, que contó con la realización de coros, talleres literarios, pinturas al óleo, acuarelas, bandas musicales, deportes acuáticos, patín, gimnasia aeróbica, exposiciones, entretenimientos.

 

Como improvisados escenarios se utilizaron los puentes sobre la calle Sargento Cabral, Dorrego, Belgrano, San Martín, General Paz, Coronel Suárez y Hornos.
 


 

“Olavarría recuperó un espacio que se incorporará definitivamente a su identidad cultural” auguraba en su portada del día siguiente el diario El Popular.

 

No terminó siendo así. Sí permitió que unos días más tarde los puentes colgantes de la Olavarría fueran bautizados.

 

A partir de aquella ordenanza del año 1997 las estructuras sobre el Tapalqué, que con su movimiento al transitarlos tanto atraen a algunos niños como asustan a otros, tienen su nombre. “Sauce Criollo”, que une las márgenes por la calle Dorrego; “Ombú” en la General Paz; “Sirirí” en Sargento Cabral; “Ceibo” de la calle Alvaro Barros y “Golondrina” el de la calle San Martín.
 


 

Como dato de la historia, ninguno de ellos quedó indemne luego de las devastadoras inundaciones que se produjeron en Olavarría durante los años 1980 y 1985.

 

Fueron arrasados por el agua, permanecieron largos meses destrozados sobre el lecho del arroyo y en ambas oportunidades fueron reconstruidos.

 

Ni la furia de la naturaleza los pudo hacer desaparecer el paisaje urbano de los olavarrienses, ni de la poesía que aportan a los parques que engalanan casi desde el nacimiento de Olavarría.

 

(*) Agradecemos la colaboración de Agustín Francomano, del Archivo Histórico Municipal

 

 

 

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