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Información General “Siempre les digo a mis pacientes que no comparen, no googleen y no escuchen lo del otro”

26-05-2024

“Siempre les digo a mis pacientes que no comparen, no googleen y no escuchen lo del otro”

Pity Maliani es psicóloga del Hospital de Oncología “Luciano Fortabat” y acompaña en el tratamiento a las personas que llegan con el diagnóstico de cáncer. Mito y realidad de una enfermedad que nos asusta.


En Olavarría funciona desde 1968 el Hospital Zonal especializado en Oncología “Luciano Fortabat”, lugar por el que pasan y han pasado cientos de personas con diagnóstico de cáncer. Por sus características, recibe población de toda la región y tiene un plantel de médicos que, con los años, ha ido incorporando nuevas miradas y disciplinas.

Lucrecia “Pity” Maliani es psicóloga y recibe a Verte en su consultorio del Hospital provincial. Ejerce la profesión en ese ámbito desde hace 27 años y distingue en ese camino recorrido muchos cambios en la medicina, en la psicología y en la sociedad misma, que hacen que la palabra cáncer vaya tomando otros significados.

La inquietud inicial tiene que ver con la quimioterapia, con la manera en que se acompaña a ese paciente para que atraviese la instancia sin decaer. En la zona del llamado “Hospital de día” hay una habitación dispuesta con sillones donde se les pasa la medicación de acuerdo a la frecuencia que cada uno tenga indicada. Pero también hay guirnaldas, atrapasueños, libros, una hermosa vista hacia un patio con plantas, en fin, vida.



“A diferencia de lo que sucede en otros ámbitos, aquí la quimio es grupal y es otro tipo de experiencia. Eso permite dar talleres, cantar, reírse entre los pacientes, hacerse amigos, y creo que es todo más llevadero. También es cierto que es difícil cuando fallece alguno de ellos, ya que no todos los diagnósticos llegan a tiempo”, dice Pity.

“Antes de empezar a hacer el tratamiento de quimioterapia, recibimos un paciente muy angustiado, muy ansioso, con miedo, ya que para decidir la quimioterapia ya atravesó todo lo que implica su diagnóstico. Viene con ese impacto a cuestas que tiene que ver con el stress post traumático y a esto se le suma que muchas veces hay pacientes que tienen cirugías, muchas veces con mutilación. Hay otros que vienen con el diagnóstico y recién ahí se decide qué tratamiento se hará”.

Pity cuenta que empezó en la profesión hace 27 años, cuando la especialidad de psicooncología no existía. “Comencé tomando los primeros cursos, con un médico que les daba permiso para que el domingo el paciente fumara, se tomara un vino, la familia le trajera pastas para comer, era cirujano, pero una cabeza adelantada”, rememora.

“Y fuimos a los ponchazos, avanzando, el psicoanálisis no nos servía para esto porque acá recibimos un paciente desarmado, con un diagnóstico que está muy asociado con la muerte. El impacto emocional deriva en mucha ansiedad, ya que se trata de un mecanismo que sirve para enfrentar un peligro que estamos atravesando. El tema más difícil es que el peligro que debemos enfrentar está en nuestro propio cuerpo. Es una ansiedad patológica, que da tristeza, pero no necesariamente pasa a ser una depresión”, explica.

Agrega que van chequeando la situación y que, en caso de ser necesario, si advierten que la situación se torna compleja para el paciente o la familia, apelan a alguna medicación como para ayudar en ese proceso.

-¿Cómo se atraviesa a la quimioterapia?

-La quimioterapia es una terapia con químicos. La más común es la intravenosa pero hoy hay muchas que son orales. Al principio le contamos todo el proceso, todo lo bueno y todo lo malo que le puede pasar. En la actualidad hay muchas quimio orales, también, en algunos casos se indican drogas más suaves y en otras, se combinan varias.

Cada paciente es lo que trae con su historia más el diagnóstico que le toca. Hay tantos pacientes como personas. Ninguno es igual al otro. Hay mucha gente a la que la negación le es muy funcional, para decir “yo a esto le voy a ganar”.

En general, el diagnóstico hace que te sientas abrumado, confundido. Sin embargo, después de 27 años, hoy tengo muchísimos más pacientes vivos que muertos. Nada que ver con lo que era al principio.



Eso sucede porque el cáncer ya se puede transformar en una enfermedad crónica, salvo que te toque algo muy puntual. Hay muchos métodos de diagnóstico y estudios que se engloban dentro de lo que es la prevención. En el cáncer, la prevención es el diagnóstico precoz. No hay otro tipo de prevención, ¿cómo uno puede prevenir la vida misma, para no desencadenar una autoinmune, un cáncer, o la que toque?

La quimioterapia tiene repercusiones en muchas áreas, como por ejemplo que se cae el pelo. Desde el Hospital hacemos talleres de maquillaje, tenemos banco de pelucas, pero eso es un paliativo. Porque esa caída del pelo, justamente, es lo único visible del cáncer.

Si una persona no te cuenta que tiene cáncer, no te das cuenta, pero si la ves sin pelo eso ya lo revela, y esa mirada del otro es la que cuesta. Ahí comienza a jugar el tema de la autoestima. La gente te mira, sabe que tenés cáncer y es lo que más trae el paciente a la consulta, la pregunta sobre si se le va a caer el pelo.

También la quimioterapia tiene un impacto en el aspecto cognitivo. Los químicos suelen ser tóxicos, porque deben ser fuertes para matar a las células tumorales y pueden provocar pérdida de atención, dificultades en la memoria, y es una combinación de la cuestión química con el impacto que ha generado el diagnóstico.

Genera que estés metido hacia adentro, que está bueno, porque allí tomás fuerzas. Por eso cuando uno habla de cáncer, siempre les digo a mis pacientes, que no se comparen, no gogleen, no escuchen lo del otro, porque el cáncer no es igual. No es lo mismo tener un tumor en una mama que en un órgano vital, no es lo mismo grado 1 que cuando uno llega tarde al diagnóstico. Hoy te digo que en los primeros estadíos, el cáncer si no se cura se cronifica.

-¿Qué pasa con esto de hablarlo? ¿Sigue habiendo limitaciones o notás que hubo una evolución?

-Creo que hubo mucha evolución, la gente está hablando de todo, fijate que el tema candente es el ataque de pánico, lo hablan los famosos, lo cuenta todo el mundo y cantidad de famosos que han atravesado el proceso de cáncer lo cuentan porque están curados. Sirve hablar de lo que sea, sirve hablar.

Nosotros enseñamos a hablar gradualmente, a medida que el paciente pregunte, cuando uno está estresado cuesta retener la información, entonces pedimos que vengan acompañados, y que aquél que viene solo se traiga un papel para tomar nota.

Más allá de todo, cuanto más hablamos, más se desmitifique y se le saque el miedo al cáncer, la gente va a llegar antes. Quedan todavía muchas fantasías que fueron pasando de generación en generación. Cuando yo empecé, la gente llegaba al hospital prácticamente a morirse, pero porque llegaba tarde.



El miedo es algo que también paraliza y entonces muchas veces alguna historia de cáncer en la familia los asusta y no quieren ni pisar el médico. Hay que tener en cuenta que cuanto antes llegues, mejor te va.

La quimioterapia es un tratamiento más dentro de otros, no es el más cruel, tiene toxicidad pero hoy se les da también medicación para prevenir vómitos y se ha dosificado mejor. También hay mitos sobre la quimio.

-¿Notás diferencias entre hombres y mujeres respecto a cómo se toman el diagnóstico?

-Más que una diferencia por género, creo que tiene que ver con el ciclo vital que esté atravesando. Por ejemplo en la familia si se enferma el sostén económico del hogar, o en el caso de una mamá que tiene nenes chiquitos. La maternidad juega mucho, sobre todo con hijos pequeños.

-¿Por qué decías que no les servía el psicoanálisis para intervenir? ¿Con qué herramientas lo hacen?

-El psicoanálisis te desarma para volver a construir tu historia. Son procesos más dolorosos, y en este caso, que ya recibimos a un paciente desarmado, no tocamos la historia. Tocamos lo que ellos quieren traer y los ayudamos con herramientas para que ellos logren, dentro de las posibilidades, tener una vida lo más activa posible. Tratamos de que la vida no se paralice en el cáncer. Trabajamos con lo que podés, todo el tiempo.

En el caso de todos aquellos hombres que hacen trabajos de fuerza, en la construcción, en las fábricas, se los cuida porque la quimioterapia baja las defensas.

Entonces vamos hacia un modelo en el que se transforma en una enfermedad crónica, tratando de mitigar el dolor. Aplicamos una terapia cognitivo conductual que trabaja sobre la conducta, las habilidades y sobre todo lo que tengo y no sobre lo que no tengo.

Aunque después cada paciente puede seguir con su terapia en la parte privada, pero acá tratamos de armar, dar salidas y destrabar bloqueos, angustias y ansiedad.

-¿Qué cosas cambiaron en el hospital en estas tres décadas?

Cambió la comunicación de las malas noticias, aquellos médicos que estaban cuando empecé, ya se jubilaron, y no se decía toda la verdad. Había como dos corrientes, una de Estados Unidos, que postulaba que había que decir todo y acá se practicaba otra, que no daba toda la información que hoy vemos como necesaria.

Hoy se dice todo, de acuerdo a cada etapa, la idea es no shockear, para que tampoco salga corriendo y no venga más, pero sobre todo se le dice la verdad.



En lo personal, la considero una enfermedad muy sabia, realmente cuando la cosa se complica y no hay cura, el mismo paciente se va entregando. La primera etapa, en la que se piensa en la muerte, muchos acomodan muchas cosas en la familia, con los papeles, lo que sea. Si se curan, genial y vienen una vez por año a control. Si se complica, algunos te dicen, ¿la quimio, cuánto me puede alargar la vida? y entonces piensan que en la balanza están más días en la cama que con la familia, y ahí nos reunimos y deciden. El paciente es dueño de su cuerpo y de su tiempo. Aunque, en general, la gente elige los tratamientos y avanza.

También hubo cambios en lo médico, en los métodos diagnósticos, hay varios planes para abordar la situación, antes era un plan único. Incorporamos médicos especialistas en dolor y cuidados paliativos, y eso permite transitar la enfermedad sin dolor. También hay medicina ayurvédica, que colabora para que se levanten las defensas de los pacientes antes del inicio de los tratamientos. Todo complementa, esa es la mirada actual.

Además, en estos años, hubo modificaciones edilicias,se rehizo un ala del hospital y eso permite que la parte de internación se haya acomodado diferente y no tenga haya tanta cercanía entre los pacientes.


 

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