08-12-2024
La protectora APOAA aloja en la actualidad a 85 animales que fueron rescatados de distintas situaciones. Los recursos se estiran, pero no alcanzan y por eso activaron una campaña de socios.
El predio que gestiona la Asociación Protectora Olavarriense del Animal Abandonado (APOAA) se ubica en Avellaneda pasando la ruta 60. Fue cedido hace más de 20 años por el entonces intendente Helios Eseverri a la organización para que pudiera desarrollar allí el proyecto de protección de perros callejeros.
No hay feriados ni domingos que valgan a la hora de cuidar a los huéspedes. Las integrantes de la Asociación disponen de un puntilloso esquema para que ninguno se quede sin su medicación o comida especial. Pero además el espacio requiere limpieza y manutención permanente para que pueda cumplir con su función.
Juliana Osinaga recibe a Verte una tarde de noviembre, después de un día de lluvia. ¿Están preparadas? -grita desde el portón. Los perros, de variados tamaños, se enardecen al escuchar más voces y corren, ladran y saltan, todo al mismo tiempo.
Las historias de cada uno de ellos son conocidas por las cuidadoras. Aquél tiene moquillo activo y aún no puede pararse, este otro se recupera de un accidente, al otro lo abandonaron en una cantera… y este está ciego.
“Tenemos 85 perros más los que tenemos en tránsito, cada uno está en su canil, tienen su pileta que la llenamos los días de calor".
Hay cuatro cachorros con sarna que levantamos y 2 perritas que levantaron en una ruta y están en adopción”.
“Este predio era totalmente un descampado, no había luz, era puro pastizal. Nuestro proyecto surgió como alternativa para derogar la eutanasia, o lo que llamaban la perrera", sintetizó Juliana.
“De la mano de eso también se avanzó con la realización de castraciones masivas. De ahí en adelante, todos los gobiernos que estuvieron, a su forma, fueron prestando colaboración con el proyecto. Se instaló el Quirófano Móvil, las castraciones en Bromatología, hay muchas cosas para hacer aún, pero se avanzó bastante. Acá están todos castrados, macho y hembra, cuando se van en adopción, se van castrados”.
“Si bien las castraciones son gratuitas, el quirófano sale a las calles o localidades, no todo el mundo llega, y hay gente que vive en el campo que cuando los animales tienen cría te dejan los cachorros tirados a la pasada, en una rotonda. ¿Por qué no se toman un día para castrar a las hembras y poner fin al problema?.
“Siempre se lo decimos a la gente que deja los perros acá, que castren, sino a los seis meses van a volver. Las chicas han ido a las unidades penitenciarias, han cargado a sus autos particulares cinco perros y los han llevado a 300 kilómetros a que estén con las personas que han estado privadas de su libertad. Hay muchas historias de esas, después nos mandan fotos, es la parte más satisfactoria, pero hay momentos más duros. Esto lleva mucho tiempo y garra, hay días que pensás y le dedicaste todo el día a la protectora”.
Un equilibrio de recursos y redes
Juliana Osinaga cuenta que “en un momento, Bromatología nos traía el alimento balanceado y en otro momento, con otra intendencia, recibimos un subsidio que se intentaba ajustar de acuerdo a la inflación pero la verdad es que nunca fue bien acompañado”.
“Solo tenemos una empleada del Municipio y una chica contratada por nosotros a la que tenemos que pagar todos los días. Con el subsidio llegamos a cubrir el alimento balanceado, que hoy en día son casi dos bolsas por día. A eso hay que agregarle limpieza, medicación, tenemos una cuenta descomunal en la Cooperativa Agraria”.
“Tenemos la mejor relación con los veterinarios, en 23 años generamos buena relación con proteccionistas independientes, si podemos nos ayudamos, si no tenemos lugar tenemos proteccionistas que nos dan, o al revés nosotros prestamos algún canil si lo tenemos libre. Todo lo que es asistencia veterinaria, si no lo hace Bromatología, nosotros lo pagamos”.
“Hay mucha gente que trabaja acá y muchas que lo hacen haciendo socios, vendiendo rifas, aunque no vengan al predio. Hay mucha gente que nos pide talonarios para vender rifas, se encargan de vender”.
“Esta es nuestra actividad terciaria, secundaria, todos tenemos trabajo, familia, hijos, actividades. Esto es un hobby que lleva mucho tiempo, Navidad, Año Nuevo, Semana Santa, tenés que venir, hay que limpiar, sacarlos, darle de comer. Es una actividad y dedicación permanente, acá llueve y a las 10 de la noche tenemos que venir a ver si está todo bien, si no se cayó ningún árbol”.
“Es mucho lo que se hace y lo que se hace con todos los perros de acá y los que andan en la la Ciudad, por ejemplo si hay uno en algún lugar que fue atropellado, entonces brindamos la primera atención veterinaria. Todo lleva mucho dinero, una consulta, una vacuna”.
“Soy una de las que hizo el proyecto presentado en el Municipio, junto a María Eugenia Monente, psicóloga, y yo también que soy psicóloga. Hicimos el proyecto inicial, conseguimos que fuera declarado de entidad de bien público e hicimos la personería jurídica, todo el camino”.
“En la pandemia nos atrasamos en la presentación de un papel y la abogada nos estaba averiguando qué tenemos que hacer para poder activarlo. Todos los meses se cobra el subsidio porque se presenta hasta la rendición de hasta el último centavo”.
“El aporte del Municipio nos alcanza para pagar el alimento balanceado y algún puchito de otra cosa. En este momento debemos mucha plata al que nos provee los alimentos balanceados. Hay perros que comen especial para enfermedades renales, otro que come urinal, son todos alimentos balanceados caros”.
“Estamos haciendo una campaña de socios, gente que quiera colaborar todos los meses con una cuota y también tenemos gente que colabora por única vez. Una socia una vez nos canceló una deuda en una veterinaria y hay gente que lo hace continuamente. En otra oportunidad tuvimos la operación de un perro con la mandíbula fracturada y mucha gente ayudó para tenerlo y cuidarlo”.
“Siempre decimos que la gente chequee bien el Instagram de la protectora para donar, hoy en día cualquiera sube la foto de un gato y pide plata. Eso ha pasado. Intentamos que primero hagan contacto con alguna de nosotras o con el Instagram”.
“Las mismas que venimos somos las que respondemos en la cuenta, tenemos una chica que viene los lunes, los martes viene la empleada del Municipio y la chica paga de Apoaa, miércoles viene una protectora que tiene un bañadero de perros, los jueves yo, los viernes una docente jubilada que está hace 23 años, los sábados otra chica que es abogada y la otra docente y los domingos un domingo al mes nos turnamos, y los sábados también viene la chica que se ocupa del Instagram. Llega un momento que pensamos que esto está por colapsar, es mucha la demanda”.
“Siempre tuvimos más animales. Nos hemos achicado, el volumen de perros fue mayor, llegamos a 100 ó 120. Cuando es mucha cantidad se hacen más propensas las peleas, se hace difícil controlarlos. Lo ideal es que no haya tantos perros por caniles”.
APOAA es el único caso de protectoras de animales con un predio. El resto de las asociaciones se manejan con menor cantidad de animales y se dedican mayormente al llamado “tránsito” o pagan espacios de guarderías.
“El tránsito es un lugar en una casa, un patiecito, donde se puede brindar el espacio para un perro recién operado, alguno que está por ser adoptado, castrado, es un tiempo determinado”.
¿Y cuándo se van? “Es el cierre de todo un proceso. Que se hayan recuperado, que estén bien, que puedan empezar a caminar y que terminen en un hogar donde sean parte de una familia, sean valorados, queridos, cuidados. Es la satisfacción más grande saber que ellos ya llegaron a una familia y no van a volver a estar en situación de calle, abandonados. Es lo más lindo para nosotros, más allá de que a ellos les encanta estar acá”, cierra emocionada Juliana.
Cómo colaborar
Para contactarse con la protectora APOAA sugieren buscar la cuenta de Instagram @apoaa_olavarria y desde allí coordinar para asociarse o donar.