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Deportes Oscar Altamirano: el as de espadas

22-05-2025

Oscar Altamirano: el as de espadas

Fue el caso raro de un refuerzo considerado un jugador local más. La gran figura del equipo y el tremendo goleador del campeonato.

Foto: gentileza Marcelo Kehler

 

Hizo los dos goles en la final de ida del torneo “Apertura” en Río Gallegos y uno en la revancha; otro en la primera final por el ascenso frente a Juventud y el gol que aseguró el salto al Argentino “A” aquel 21 de mayo de 2005 en Pergamino.


Antes los había metido de todas las formas posibles, en todas las canchas y después los siguió haciendo en las principales categorías de ascenso del fútbol argentino. Oscar Altamirano fue, con la camiseta de Racing, el goleador más importante que vio este siglo el fútbol de Olavarría.
Y aquella temporada 2004/5 con un nivel deslumbrante. “Era nuestro as de espadas” coinciden sus compañeros.


“A mí me tocó ir y jugármela, a un lugar que no conocía y hoy -como digo siempre-, es mi casa; mi familia es de Olavarría, soy completamente de Olavarría, voy todos los años y tengo grandes amigos” resumió de una relación que nació como una aventura de juventud y no se cortó más.


Un partido del torneo local, cuando Hugo Tenaglia aún estaba mirando jugadores para formar el plantel, pudo haber cambiado la historia.


“Me había llegado el comentario de que estaba más afuera que adentro y en un partido en Azul, que hice 5 goles, Hugo terminó de decidirse por dejarme en el plantel” recordó.


Luego, la pretemporada a cargo del profe Bellinzoni: “Me acuerdo que nos llevaban a correr hasta la Virgen de la Loma, que (Sergio) Sarfield y (Oscar) Saldías iban en las camionetas poniéndonos música”. Anduvieron por el Camino de los Volquetes, la autopista, en la pileta del club y por Loma Negra antes del esperado debut en Tandil.


“Fue una de las mejores pretemporadas que hice, más allá de que ahora cambiaron todos los métodos. Estábamos muy bien, pero también teníamos jugadores que jugaban un montón, como Sepúlveda, Rodas que hacían la diferencia y con sólo mirarlos sabía dónde iba a ir la pelota para empujarla nomás” dijo, como si fuera tan sencillo…


“Estaba el ‘Tati’ (Saavedra), un gran jugador y muy molesto para los defensores; Tavare que también andaba muy bien” acotó.


“A muchos ahora no les gusta concentrar, y nosotros estábamos esperando las concentraciones porque la pasábamos muy bien. El grupo era muy lindo, sobre todo en la primera mitad del año, después pasaron cosas…” bromeó.


Lógicas, dentro de un plantel con jugadores de tanto temperamento “que nunca las llevamos adentro de la cancha. Hugo no hacía entender que dentro de la cancha teníamos que tirar todos para el mismo lado claro”, destacó.


Para Oscar el partido que despejó el sueño del ascenso fue el de ida con Bancruz en Río Gallegos. “Dijimos: acá está todo dado para que logremos el objetivo” reveló.


“Lo de ese viaje fue increíble, único. Ellos viajaban en avión, nosotros en micro. Sacamos los asientos y tiramos unos colchones atrás para ir durmiendo en el viaje. Para colmo en la vuelta se rompió a la altura de Comodoro” relató.


De los partidos con Juventud de Pergamino, recordó el gol de Palomeque en el “Buglione”, que entró por un agujero en la red del arco que da a las canchas de tenis: “Me acuerdo que fuimos a buscar al juez de línea con el ‘Pelado’ Pedraza para que salga corriendo hacia la mitad de la cancha, je”.


“Lo de la vuelta fue una fiesta. Ganar con ese gol que todavía lo recuerdo con detalles, como si hubiese sido ayer, fue uno de los momentos más lindos de mi vida” confesó Oscar.


Lo tiene en la mente. Un instante que, dentro de la cancha, lo sintió eterno: “Fue uno de los goles más importantes”.


“Creo que Rodas o Sepúlveda pasaron a uno, yo les tiré la diagonal y quedé mano a mano con el arquero. La toqué para un costado y definí con el arco libre. Fueron centésimas y para mí fueron muchos segundos. Me acuerdo de haber ido a gritar el gol con la gente y que se cayó el alambrado” repasó.


Pasaron los incidentes con la barra de Juventud adentro de la cancha, las peleas donde Oscar tampoco le sacó el cuerpo, el viaje de regreso y una recepción indescriptible desde la ruta hasta el Parque Olavarría.


“La vuelta fue hermosa, con toda esa gente volcada a las calles, con el micro avanzado menos que a paso de hombre y tener que esperar dos horas para poder entrar a la Ciudad” recordó.


Oscar hoy es entrenador de las divisiones inferiores de Estudiantes de Buenos Aires y Racing no sólo le hizo vivir uno de los mejores momentos en su extensa trayectoria destrozando redes, sino que le dejó enseñanzas que trata de trasladar a los pibes que hoy acunan los sueños que lo trajeran a Olavarría en 2003.


“Racing me abrió las puertas para volver al fútbol cuando yo tenía ganas de largar todo con apenas 18 años. Por eso siempre aconsejo a los chicos que a veces hay que bajar para volver a subir, que siempre entrenen al cien, que nunca falten a los entrenamientos, que sean responsables”, reflexionó.
 

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