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Deportes “Siempre habrá alguien que recuerde ese día”

25-05-2025

“Siempre habrá alguien que recuerde ese día”

A 25 años de la primera Liga ganada por Estudiantes. Gustavo “Lobo” Fernández, repasó algunos momentos de una campaña inolvidable que puso el nombre de Olavarría en lo más alto.

 

El 25 de mayo es un día emblemático para todos los argentinos. En 1810 se conformaba la Primera Junta y se daba el primer paso para lograr la independencia del territorio que estaba bajo la monarquía española.

 

En esa misma jornada pero 190 años después Olavarría viviría uno de los hechos deportivos más importantes de su historia y por qué no, el más importante.

 

El jueves 25 de mayo de 2000 la Ciudad se paralizó y sólo se hablaba del séptimo juego de la serie final entre Estudiantes y Atenas. Un equipo que estaba a las puertas de ganar el título más importante del básquet argentino y frente al elenco más grande y popular del deporte.

 

El final de la película fue feliz. Un MaxiGimnasio del “Parque Carlos Guerrero” colmado por más de 7.000 personas fue la escenografía perfecta para una noche que aún está en la retina de los olavarrienses.

 

Fue un partido muy difícil para el Bata que a falta de tres minutos estaba abajo en el marcador. El "Colo" y Baldo fueron determinantes para revertir el resultado y una volcada final de Gianella determinó que el triunfo (finalmente por 80 a 71) y la corona quedará en manos del conjunto albinegro que conducía Sergio Hernández.

 

Aquel plantel lo conformaban: Daniel Farabello, DeWayne McCray, Nicolás Gianella, Víctor Baldo, Gustavo Ismael Fernández, Claudio Farabello, Ignacio Ochoa, Federico Marín, Darío Mansilla, José Mikulas, Federico Arce, Fernando Mendia y Bruno Tosetto.

 

El entrenador era Sergio Hernández y completó el cuerpo técnico con Alejandro Pepiche (AT), Daniel Conte (PF) y el emblemático utilero Ricardo Moyano, persona muy querida en el club.

 

A un cuarto de siglo de aquella inolvidable noche en el Maxigimnasio, el gran capitán de aquel equipo, Gustavo Ismael Fernández recordó los momentos más importantes.

 

“Cuánto tiempo pasó, parece mentira” reflexionó y luego dejó un silencio que le permitió ubicarse en tiempo y lugar de esa gran noche.

 

“Ahí te das cuenta que en esos aniversarios hay dos cosas que te marcan la realidad del tiempo que pasó: el crecimiento de los hijos y los nietos y las cosas que uno ha vivido como deportista, 25 años es una barbaridad” contó.

 

Con las imágenes instaladas en su cabeza el gran capitán de ese equipo hizo referencia al primer recuerdo de aquel título: “Sin dudas la llegada al estadio es lo que todavía tengo en mi retina, nunca había visto o vivido una situación semejante de tanta cantidad de gente y eso que nosotros íbamos al partido casi dos horas antes”

 

“Había una fila desde la puerta de compra de boletos hasta la salida del club, unos 300 o 400 metros, una locura” indicó casi con la misma sorpresa de aquella noche.

 

Esa imagen con la cual ingresó al Maxi era la misma que destacaban el resto de los jugadores. “Todos los que entraban al vestuario decían lo mismo y estaban muy sorprendidos. Es como que en ese momento tomas la magnitud de lo que significa para la gente. Ese recibimiento fue único” destacó.

 

El triunfo ante el equipo más grande de la Liga Nacional en un séptimo juego fue la culminación a un proceso que comenzó en julio de 1999, cuando comenzó a gestarse el plantel.

 

“El Oveja (Hernández) había construido una base y para ese año incorporó jugadores claves que le dieron el toque de calidad. Llegó el Colo (Wolkowisky), el Chila, Dani (Farabello) y los jóvenes Gianella y Baldo. Muchos de ellos llegaron con mucha hambre de revancha, como el caso del Colo. Me parece que ese fue el toque primordial que se le dio a la temporada. Sumar jugadores que se adapten al protagonismo de todos” repasó.

 

El equipo se fue afianzando en el transcurso de la temporada y llegó a la final, la primera para un equipo con pocos años en la máxima categoría, empezó a jugarla en el 1996 y enfrente el emblemático Atenas de Córdoba con el tridente conformado por Milanesio, Campana, Osella, más algunos juveniles que venían haciendo ruidos el Torito Palladino o Leo Gutiérrez.

 

“Nosotros habíamos tenido una temporada pareja con ellos, en cuanto a triunfos y derrotas, pero teníamos esa ventaja de la localía, cerrar en el Maxi. Y así se dio llegamos a un séptimo juego con una paridad asombrosa” señaló.

 

Y sumó: “un recuerdo del tercer juego. Después de ganar los dos como locales viajamos a Córdoba y fuimos con mucha confianza, pero mucha confianza”.

 

“El Oveja propuse sorprenderlos con una zona y nos pareció muy buena la idea. A los 8 minutos ya no había más partidos, nos sacaron 15 puntos, la metían de todos lados fue tremendo. Ahí nos dimos cuenta que la serie iba a ser larga” remarcó.

 

Los dos equipos ganaron todos sus juegos de local, pero el base del Bata reconoció que el Griego estuvo más cerca que ellos de ganar de visitante.

 

“Nos hizo más fuerza Atenas a nosotros de visitantes que nosotros a ellos. Salvo los primeros que ganamos con claridad ellos tuvieron más chance de robarnos algún partido que nosotros. Igualmente ninguno de los dos equipos estaba tranquilo” indicó.

 

El quinto juego fue una verdadera batalla que finalizó con triunfo para los de Oveja Hernández por 81-76. El sexto fue en el Carlos Cerutti con victoria de Atenas por ocho puntos (80-72), para finalmente definir la serie en el Maxi.

 

El séptimo capítulo tuvo momentos complejos para el bata y con serios riesgos de perder. “Fue un juego raro y no era para menos. El ambiente se sentía tanto a favor como en contra, y eso no quiere decir que la gente estuviera haciendo o pidiendo algo. El ambiente en general te ponía una presión extra”.

 

Atenas estuvo al frente hasta faltando tres minutos, cuando apareció Nicolás Gianella con un triple salvador para empatar el marcador en 66. Baldo y Wolkowyski fueron importantes en el cierre, con un par de dobles y varias tapas.


El momento clave

 

En el minuto final, Estudiantes empezó a saborear el campeonato. Dos libres del futuro NBA y una volcada a una mano de Gianella, que nació de un robo del Gustavo Fernández, decretaron el 80-71 final, para el delirio de las más de 7.500 almas que dijeron presente en el Maxigimnasio.

 

A propósito de esa jugada el Lobito recordó: “La tengo muy presente porque la siento importante. Si anotaba Pichi se metían nuevamente en partido. Lo había estado defendiendo toda la serie y como era un jugador `protegido´ podrían cobrar foul ese manotazo. Era peligroso, estaba medio inconsciente y salió bien”.

 

“Vi a Nico correr y apenas volcó la pelota explotó el Maxi y ahí me sentí campeón” confesó.

 

Gustavo Fernández fue el jugador que levantó la copa que hizo delirar a un Maxi que explotaba y a toda una ciudad. “La entrega se tuvo que hacer arriba de la mesa de control porque la gente invadió la cancha y no se podía circular” expresó.

 

“Cada uno de los jugadores buscando a la familia, los seres queridos que siempre estuvieron y sufrieron con uno es lo primero que tratas de identificar. Realmente se hacía imposible entre tanta gente, una hermosa fiesta y un orgullo por todo lo que se había conseguido” destacó el base que vivió varios años en Olavarría.

 

Además, resaltó que “el título fue la frutilla del postre, porque se dominó una temporada que no fue tan simple y que tenía grandes equipos”.

 

Inevitablemente en el transcurso de la charla apareció el nombre de Daniel Trapani, el dirigente que gestó la “generación dorada del bata”.

 

“Me sacó el sombrero por ese grupo de personas. Tomaron riesgos importantes para decir que sí a ciertas cosas” dijo.

 

“El Gordo (Trapani) era uno más, estaba metido hasta el último pelo de su ser para que las cosas salieran y eso se notaba y era un plus para el jugador” destacó.

 

“Son muchos años y que hay muchos niños que hoy vagamente se ven a acordar y hay otros que ni idea. pero la gente que lo vivió cada vez que yo voy a Olavarría se acuerda de ese título y difícilmente dejé de existir. Siempre va a haber alguien que recuerde ese día”.

 

Cordobés de Río III, pero con muchos años en la ciudad, primero como jugador, años más tarde como entrenador en dos ciclos de Liga Argentina, con autoridad para destacar que “indudablemente esa conquista debe estar en el podio de las grandes gestas deportivas de la ciudad”.

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