30-05-2025
Delfina Ferreri es olavarriense, estudiante de Ingeniería de Sistemas en Tandil y se encuentra en Toulouse, cursando un semestre en la Ecole D’Ingènieurs CESI.
Bajar del metro y encontrarse en una primera mirada con una estatua de Carlos Gardel puede dar la idea de estar en algún lugar de la Argentina, o a la sumo de Uruguay. Pero no, Delfina Ferreri está en Toulouse (Francia), la tierra natal del “Zorzal Criollo”, cursando en la Ecole D’Ingènieurs CESI, en el marco del Programa Argentina - Francia Ingenierías Tecnología (Arfitec).
Delfina transitaba el quinto año de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Facultad de Ciencias Exactas de la Unicen -en Tandil- antes de partir y comparte el viaje, la cursada y una experiencia que dejarán huellas imborrables en todos los aspectos de sus vidas con su compañera y amiga Lucía Delgado.
Este programa Arfitec tiene como objetivo consolidar vínculos entre universidades de ingeniería de ambos países y cuando apareció la oferta tanto Delfi como Lucía fueron de las extrañamente pocas interesadas en esta invalorable oportunidad de crecimiento personal y profesional.
“Llegamos en febrero para cursar el semestre ocho, que sería el de cuarto año de ellos según la equivalencia. ¿Cómo se dio? La historia es que yo estaba muy atenta a los mails de difusión, hicieron una charla un día de lo que era Arfitec -que yo nunca había escuchado- y fui para enterarme. Éramos muy poquitos, nos pusieron al tanto del proyecto, nos dijeron los requisitos y lo más difícil de todos era el idioma francés, porque nosotros no lo estudiamos” relató frente al teléfono desde su hogar toulousain.
Ello aconteció en diciembre de 2023, la convocatoria se abrió después, en abril. “Nos anotamos con mi amiga, pero era para una, no para dos. Fue una manera de elección muy transparente, con 5 criterios y quedamos con una diferencia de 5 centésimas. Una viajaba, la otra no y fue un momento difícil. Estuvimos un mes a la deriva y finalmente se encontró la manera de que podamos viajar las dos” rescató.
“Lo conveniente hubiera sido venir en los años anteriores. Uno viene acá y en vez de cursar un semestre en la Argentina lo que hacemos cuenta como crédito de equivalencias para que uno se reciba en el país” opinó.
La experiencia académica tiene sus particularidades, con un método de cursada diametralmente opuesto al que se conoce en la Argentina y en buena parte del planeta.
“Lo más loco es que la universidad donde estamos cursando ahora es muy diferente a todo lo que nosotros conocemos. Hay universidades parecidas a la Unicen acá, pero justo esta es rarísima. Acá está todo orientado a los negocios y a vender ideas” sostuvo, en una revelación a medida de introducción.
“Por así decirlo, propone una metodología muy moderna. Una de las cosas distintas es que estamos todo el día en la universidad, desde las 9 de la mañana a las 5 de la tarde y tenemos que firmar a la entrada y a la salida como si fuera un puesto de trabajo” mencionó.
Tampoco las cursadas en tiempo y forma son como suelen ser: “Acá en una semana tenemos una materia, se completa el proyecto y a la semana siguiente viene otra. Nunca más se vuelven a ver, no hay exámenes, todo se evalúa con proyectos. Y las clases son en inglés”.
Hay mucho tiempo para trabajar con autonomía en el salón. “No fue fácil adaptarme. Yo creo que hasta ahora estamos renegando. El martes volvimos a tener un workshop y es muy difícil asimilar este formato. Por ejemplo, usan una plataforma que yo nunca vi, entonces ellos van rapidísimo y tengo que acostumbrarme a esta metodología de trabajo", planteó.
Delfi narró que en la semana que pasó tuvieron en la universidad una reunión que se llama “Prosit” (problem situation, en inglés), parte de la metodología de enseñanza y así arrancan todas las clases.
“El Prosit dispone una situación para leer, nos identifican como un trabajador y tenemos que resolver ese problema. No nos dicen nada. Es una especie de aprendizaje activo, en el que uno tiene que encontrar el camino a la solución. Tiene que identificar las palabras clave, la problemática, el contexto, el plan de acción y todo lo llevamos a cabo colaborativamente, no es que el profesor nos dice qué hacer” añadió.
Tampoco los salones son de las dimensiones reconocidas. “Somos 14, en ambientes muy chiquititos y en mi salón hay 11 nacionalidades diferentes, así que el tema de los idiomas es un lío. Uno no sabe lo que está escuchando” citó con una sonrisa.
Nada que se compare a lo que estaba acostumbrada en Tandil. “Algo que me gusta de la Unicen es que nos preparan muy bien en cuanto a conocimientos. Sabemos un montón, lo que tiene este sistema es que no pide saber todo, sino ir a la solución y nos dan el conocimiento enfocado a cosas muy puntuales” comparó Delfina.
La carrera Ingeniería de Sistemas en la Universidad que recibió a Delfina Ferreri tiene la misma duración que en la Argentina, con la diferencia que en su modalidad transcurren semestres enteros sin que los estudiantes pasen por las aulas. “Ellos en tercer año tienen una pasantía en el extranjero y al año siguiente una pasantía en Francia” sumó.
Afuera del aula
No le sobra el tiempo en Toulouse, ya vendrán los días para poner el acento en conocer cosas que no tienen que ver con la carrera, no obstante Delfina ha pasado por otras vivencias.
“Llegué un poco asustada -admitió- porque dicen que los franceses son re fríos, medio refractarios con los extranjeros. Con Lu habíamos preparado el idioma un tiempo antes, llegamos con ganas de hablar y todo eso. No entendíamos nada al principio, pero fueron muy buenos con nosotras, muy de ayudarnos” valoró.
El primer objetivo fue encontrar alojamiento y no resultó sencillo. Lo segundo fue más complicado aún: “Dos meses nos llevó abrir una cuenta en el banco. Todos los problemas tuvimos. Fue una pesadilla, pero siempre nos ofrecieron un montón de ayuda”.
“No hice tantas actividades como me hubiese gustado porque no nos da el horario. Ya tendré tiempo en julio, cuando me tome vacaciones” anticipó.
Comidas autóctonas saboreó. “Probamos el pato, el cassoulet, paté y los quesos. Los quesos… 10 puntos” relató y se besó la parte interior de sus cinco dedos, como señal de aprobación y de admiración.
“Igual extraño mucho la comida argentina, no voy a mentir. Un día pasamos por un lugar donde ofrecían empanadas argentinas. Entramos para comer y nos dijimos ‘qué bueno, por fin vamos a poder hablar de nuestras cosas’ y era un negocio de franceses. Están carísimas, así que en cualquier momento nos ponemos a vender nosotras” bromeó Delfi.
Todavía no pudo conocer París. Estuvo en Italia y le encantó, asistió a una muestra de tecnología en Berlín para startups europeas y se encontró con la más hermosa sorpresa que le podía deparar el viaje: “Había un puesto de carne argentina. Yo no lo podía creer. Por supuesto le entré con todo”.
En Toulouse no son pocas las cosas para conocer, por su fabuloso patrimonio cultural, sus mansiones del período del Renacimiento y sus icónicos edificios de ladrillo y piedra y una enorme colección de monumentos del pasado.
Pero no todo es historia en una ciudad conocida como la “Capital europea del espacio”, nombre que le dan por su parque temático “La Ciudad del Espacio”, la fábrica de aviones Airbus y el Museo Aeroscopia. “Uno se asoma a la ventana y todo el tiempo hay tres o cuatro aviones en el aire” contó.
No fue en el cielo, sino en la tierra, donde se encontró con uno de los detalles que más la sensibilizaron: “El otro día bajé del subte y lo primero que me encontré fue con un monumento de Carlos Gardel”.
“Ahora me queda ir a conocer la casa donde nació” prometió Delfina.