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Deportes El emocionado homenaje de sus alumnos adelantados

13-06-2025

El emocionado homenaje de sus alumnos adelantados

Varias de las figuras más importantes en la historia del fútbol de Olavarría fueron formados por Raúl Moriones. Hoy, en su partida, resaltaron la obra del maestro.


Raúl Moriones abandonó el pasado martes esta dimensión, sin embargo su obra, su legado y su recuerdo permanecerán indelebles por siempre en la ciudad y en el fútbol de Olavarría.

 

Abarcar su trayectoria como formador en una sola nota sería imposible. Eso sí. Podrían ayudar los testimonios y las reflexiones de protagonistas relevantes que de su mano lograron trascender más allá de la patria chica.

 

Hoy no es necesario extenderse en el análisis de lo que suponía a comienzos de la década del ’70 (cuando en Olavarría ni siquiera estaba masificado el teléfono domiciliario) llegar a la metrópoli del fútbol argentino. Que siempre estuvo pegada al puerto.

 

Raúl se las arregló para promover lo más fecundo que por entonces brotaba del semillero de Loma Negra: los hermanos Hugo y Abel Alves, Héctor Humberto Kees, Marcelo Aldape.

 

Con Raúl como su gran mentor, todos ellos llegaron a la primera división de Boca. Abel Alves lo hizo a los 17 años y aún hoy ni Franco Mastantuono lo pudo destronar como el goleador más precoz en más de un siglo de historia de los superclásicos.

 

Desde Buenos Aires, el “Chueco” recordó ayer a su primer maestro: “Raúl Moriones fue una persona muy importante en mi carrera futbolística y en mi formación”.

 

“Siempre digo, y tengo la satisfacción de haberlo podido volcar en charlas a lo largo del país y en el exterior, que los cimientos y los primeros ladrillos en la formación de jugadores me los dio Raúl” relató.

 

“Hoy, que me toca estar en una función como la que él cumplía, siempre saco algo de esos recuerdos. Aparte, fue una persona extraordinaria, que cuando éramos chicos nos iba a buscar a mi hermano y a otros tres pibes al medio del campo y nos llevaba a Loma Negra” recordó Abel.

 

“Le estaré eternamente agradecido y él lo sabía porque se lo dije un montón de veces. Raúl Moriones fue fundamental en mi vida, con sus consejos dentro de la cancha, pero también de lo que debía hacer fuera de ella” añadió.

 

En la hora del adiós, Alves consideró -con la voz quebrada- que “no sólo merece un reconocimiento de Olavarría, sino que el fútbol argentino, porque él formaba jugadores, para que nosotros pudiéramos proyectarnos y hoy seguir con la formación de los chicos. Se fue un maestro tanto en lo futbolístico, como en la vida”.

 

Hugo Alves se enteró del fallecimiento de Raúl Moriones en el Aeroparque Metropolitano, recién arribado de Chile luego finalizar su etapa como integrante del cuerpo técnico de la selección trasandina en las eliminatorias sudamericanas.

 

“Raúl marcó mi vida futbolística. Fue el primer técnico que tuve, mi primer maestro. Fue muy, muy importante en mi carrera y en todos los logros que obtuve” subrayó el campeón del mundo Sub 20 al lado de Maradona en Japón 79.

 

“Con él di los primeros pasos. Lo voy a recordar siempre de la mejor manera. Fue un maestro, un tipazo con nosotros, que se preocupaba por enseñarnos cosas, que supiéramos cómo era el fútbol profesional” agregó.

 

Beto Kees desde Neuquén también respondió al llamado, aunque la emoción le impidió traducir todos esos sentimientos en palabras.

 

Marcelo Aldape se inició con Moriones en Loma Negra, llegó a las divisiones inferiores de Boca, fue ídolo en Temperley donde logró la consideración para la selección argentina, volvió como figura al equipo de La Ribera a mediados de los ’80 y el tiempo lo consagró como uno de los grandes en la historia de Douglas Haig, cuando el equipo de Pergamino era gran protagonista de la B Nacional.

 

Desde el oeste de la Provincia también dejó unas palabras para su maestro. “Los mejores recuerdos de Raúl. Fue quien me enseñó a ser jugador de fútbol” subrayó.

 

“Cosas que aprendí de él que en el fútbol son esenciales, pero también lo que tiene que ver con la educación, el respeto, el cumplimiento en el trabajo. Raúl me enseñó a caminar esta profesión que amaba de chiquito y que por suerte pude volcar en las canchas. Un gran hombre, una trayectoria excepcional en la enseñanza que se vio reflejada en muchos chicos” ponderó Aldape.

 

Mario Paternó fue uno de los pocos cracks que se escapó de sus manos. Se lo llevó a Loma Negra, terminó recalando en Ferro, aunque lo dirigió en una recordada selección de Olavarría.

 

“Como futbolista fue ‘lo más’ que tuve. Me enseñó todo y hasta me educó como mis padres para toda la vida” valoró el actual presidente de la Liga de Fútbol.

 


 

Raúl se fue de Loma Negra en la segunda parte de la década del 70, recaló en Estudiantes y en la cantera albinegra modeló a otra gran generación de futbolistas, de los cuales Fernando Di Carlo constituye el ejemplo emblemático.
 

“Raúl fue un adelantado a su tiempo. Estaba un paso adelante del resto y es indiscutible porque todos los grandes futbolistas de Olavarría que llegaron al fútbol profesional pasaron por sus manos” mencionó.
 

“Fue el número uno por medio siglo y uno valora hoy las cosas que nos dejó. A mí me sirvieron mucho sus consejos sobre la responsabilidad, los entrenamientos. Por más bueno que eran sus jugadores, si no entrenaban, no jugaban” acotó.

 

El “Tero”, descollante figura en las divisiones menores de Estudiantes y en primera, rescató una anécdota del su tiempo de formación: “Si no tienen ganas de entrenar no vengan, nos decía. Yo un martes no fui y el jueves preguntó a todos los que habíamos estado ausentes. Yo le respondí ‘porque no tenía ganas’. El sábado jugábamos con San Martín en Sierras Bayas y me dio la 16”.
 

Fue victoria 1-0 faltando nada. “Yo pensaba que con el 0-0 en el primer tiempo me iba a poner y no… No me puso nunca”. Un ejemplo que a Fernando Di Carlo le ha servido para tomar la posta como el gran formador contemporáneo del fútbol olavarriense.
 

Moriones dejó Estudiantes en el ecuador de los ‘80 para volver a Loma Negra y lanzó al fútbol profesional a Sergio Mandrini y Bernardo Ragg.
 

Desde algún lugar del mundo, Sergio Mandrini lamentó la partida de su maestro: “A mí me tocó tenerlo en sexta división en Loma Negra, la verdad que fue un año increíble”.
 

“Con sus métodos, con su manera de hablar, era espectacular. Era otra época, otras generaciones, otra manera de formar, pero Raúl era un apasionado del fútbol que estaba todo el día en el club” valoró.
 

“Tengo el recuerdo de verlo con la bolsa de las pelotas yendo al campo de entrenamiento con todos nosotros atrás. Se pierde primero una gran persona y después un gran formador de la vieja época, de los que se pasaban todo el día a la cancha Me acuerdo cómo iba a buscar uno de la campaña, otro de otro equipo, otro de otro lado. Un incansable, un tipo de 24 por 24” destacó.
 

En el plano personal Sergio aportó: “A mí me sirvió de mucho. Siento una gran pena porque lo quería mucho yo como persona y tengo un grandísimo recuerdo de él”.
 

Una tarde Raúl fue a buscar a Villa Mi Serranía a un pibe que era todo potencia y habilidad. Se llamaba Cristian Galván y terminó siendo uno de los volantes por la izquierda más importantes en la historia del fútbol regional. Icono en las extraordinarias campañas que llevaron a Huracán de Tres Arroyos de la liga local a la primera división del fútbol argentino.
 

Llegó a El Fortín y con su estrategia de incentivar a los pibes y a sus padres a competir a todos los puntos del país, dejó en las vitrinas de la avenida Urquiza consagraciones en los torneos más prestigiosos del fútbol infantil de Sudamérica: dos en el Toritos de Chiclana de Entre Río y uno en el Mundialito de Roca de Río Negro.
 

Su última joya fue Matías Abelairas, que sigue sus pasos como formador en la quinta división de River Plate.


Ayer lo recordó desde Buenos Aires: “Raúl fue una de las personas más importantes de mi vida. Más allá de lo futbolístico, me quedo con todo lo que me enseñó como persona: me inculcó los valores del respeto, el esfuerzo y la disciplina”.
 

“Fue un gran maestro para mí y para muchas generaciones. Un loco apasionado por el fútbol, con un carisma único. Lo vamos a extrañar mucho, pero siempre estará en mi corazón” sumó el líder de la inolvidable coronación en el Alto Valle del Río Negro.

 

En memoria de quien me enseñó a amar el fútbol


Por Aldo Bionda (*)


Se fue alguien que fue un gran entrenador para mí. Fue mi director técnico cuando era chico, pero sobre todo, fue una figura formadora: para mí, él era el fútbol.
 



Tenía una mirada especial para ver lo que otros no veían. Un auténtico descubridor de talentos, que no sólo nos enseñaba a jugar, sino a entrenar con seriedad, respeto y un profundo sentido del deber.


A los 12 años me hacía entrenar en el banco de arena y antes de irme a duchar tenía que atajarle 10 tiros seguidos. Si me hacía un gol, empezábamos de nuevo.


Siempre eran 9 tiros “accesibles” y el décimo, una bomba. Así nos formaba, con exigencia y picardía, cultivando la tenacidad, el carácter, el temperamento.


En su equipo no se regalaba nada: el puesto se lo ganaba uno con esfuerzo.


Pero también tenía una mirada humana. En la utilería siempre había un par de medias, un pantalón corto, unos botines para el que no podía comprarse ropa y quería entrenar. Raúl no dejaba que el fútbol excluyera a nadie.


Nos enseñaba incluso a competir sanamente, con desafíos que nos motivaban más allá del premio. Como el famoso “partido por las naranjas” en los entrenamientos... Esas naranjas que nunca aparecían, pero que todos soñábamos ganar. Y todos sabíamos que no estaban.


Con el tiempo aprendí la pasión por lo que hacemos, la necesidad de buscar siempre nuevos horizontes y la importancia de la constancia.


Se fue un formador, un guía, un apasionado. Su legado queda en cada uno de nosotros, los que pasamos por su mirada exigente y su corazón generoso. Gracias por todo, Raúl.

 

(*) Lomanegrense, fisiatra del equipo olímpico italiano de tiro

 

 

 

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