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15-06-2025

Ser papá según Guillermo: amor, desafíos y resiliencia

A lo largo de su vida Guillermo Draghi debió enfrentar momentos difíciles, pero siempre encontró en sus hijos la fuerza para salir adelante. En este día especial compartimos su historia de sacrificio, aprendizaje y crecimiento.


Para Guillermo Draghi ser papá no es solo un rol, sino un camino lleno de emociones y aprendizajes, que ha recorrido con mucho esfuerzo y amor a lo largo de los años. Con tres hijos -Joaquín, Isabella y Ramón- su vida ha estado marcada por momentos muy difíciles, pero también por mucha fortaleza, gratitud y resiliencia.



“Es un desafío, pero a su vez algo lindo que te hace todos los días levantarte y seguir”, dijo sobre la paternidad en diálogo con Verte. Para él, cada uno de sus hijos tiene algo único que aportar a su vida, y a pesar de las diferencias de edad entre ellos se complementan de una manera especial.

“Cada uno tiene sus cosas, en el caso de mis hijos ellos se complementan de la mejor manera, así que me gusta levantarme a la mañana y estar con ellos un montón” añadió.

Guillermo fue papá por primera vez a los 17 años. “Tuve que crecer a la par de Joaquín” confesó. Sin embargo, la vida le presentó una prueba aún mayor. Cuando Joaquín tenía solo 3 años su mamá falleció en un siniestro vial -la “tragedia de la combi” que en 2008 tuvo como saldo cuatro muertos y varios heridos- lo que dejó a Guillermo solo a cargo de la crianza de su hijo.

“Era chico, tuve mucha ayuda de la familia, pero había veces en que la única decisión era la mía. La última decisión la tomaba yo. Al tener poca diferencia de edad con Joaquín me ayudó, éramos como hermanos. De más grande me di cuenta que había otras responsabilidades que no tenía cuando era tan joven” expresó.



A pesar del dolor y el vacío, Guillermo nunca estuvo solo: “Siempre tuve el apoyo y el respaldo de la familia, tanto de la mamá de Joaquín como la mía. La verdad es que somos bastante unidos, a pesar de todo” valoró.

Esta red de apoyo fue crucial en aquellos años de lucha, pero fue con la llegada de sus hijos más pequeños, Ramón e Isabella, cuando Guillermo sintió que había consolidado por completo su rol de padre: “Con los chiquitos ya tengo bien plantado el rol de padre y no me molesta bajar el martillo”.

La lesión de Joaquín: un nuevo desafío

A Guillermo la vida le tenía preparado un segundo golpe. Durante un partido de rugby Joaquín sufrió una grave lesión por la que su vida estuvo en riesgo.

Cuando recibió la noticia “sinceramente creí que estaba muerto", recordó. Su hijo fue trasladado de urgencia a una clínica de La Plata, donde atravesó una operación complicada, sin garantías de sobrevivir.



“Era un latigazo en el cuello. Viajé a La Plata pensando en lo peor. Me acuerdo que cuando llegué, me crucé con una persona del Club Los Tilos y le pregunté si mi hijo estaba vivo. Me dijo que sí y pensé ‘listo tenemos algo por qué luchar”.

Para Guillermo, esa frase marcó un punto de inflexión: “En esa etapa de mi vida estaba en un proceso de terapia y eso me ayudó un montón”.

A pesar del dolor y la incertidumbre, Joaquín se recuperó y, luego de casi dos años de rehabilitación, regresó a Olavarría. “Con todo lo que pasó, él es una persona que te acompaña mucho. Ese episodio no lo afectó psicológicamente ni le cambió el ánimo, es como que no hubiese pasado nada. Entonces vos decís, ¿por qué me voy a amargar si él no se amarga?” reflexionó.

La unión de la familia

El regreso de Joaquín a casa significó la reunificación de la familia: “Fue algo muy lindo volver a estar todos juntos después de mucho tiempo. Ya extrañaba. Los nenes me ayudaron mucho y la familia también. Es una vida distinta, pero no es una locura. Se puede”.

Hoy Guillermo disfruta de ver crecer a sus hijos: “Joaquín va a la facultad, tiene 20 años y se junta con sus amigos. A los más chicos los acompaño a todos lados: hacer deporte, ir al parque... A Ramón, el más chiquito, le gusta mucho ir a pescar; Isabella por ahí es más ‘shoppinera’. Trato de estar siempre con ellos” contó sobre el día a día.

Con respecto a la salud de sus hijos, la grave lesión de la que salió Joaquín le enseñó a tomar las cosas de otra manera. “Hoy naturalizo que se lastimen. Mi señora me dice ‘el nene se lastimó’ y yo le digo ‘bueno, es una pavada’. Es feo para los más chiquitos también porque la nena me dice ‘me duele la garganta’ y yo le digo ‘mirá cómo está tu hermano’. Pero no lo hago por malo, sino porque las situaciones vividas te dejan una coraza, las únicas balas que te pasan son las más graves. Lo único que me puede llegar a amargar hoy en día es la muerte” reflexionó con sinceridad.

A pesar de los desafíos y momentos difíciles, Guillermo no cambia su rol de padre por nada: “Cada uno tiene su libro de papá, su forma de ser papá, y en mi caso es como que quiero paz. A veces me molesta el trabajo, me molesta todo. Tengo 37 años, Joaquín tiene 20. Llevo más de la mitad de mi vida siendo papá. Quiero estar con los tres en paz” consideró.

Para él, la paternidad es “hermosa”: “Con los tres que me tocaron no puedo pedir más” concluyó la nota con una sonrisa.

Hoy, en el Día del Padre, celebramos a Guillermo y todo lo que significa ser papá: amor, sacrificio y la capacidad de seguir adelante, sin importar los obstáculos. ¡Feliz día!

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