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23-07-2025

El arte de provocar avalanchas de nieve

El ingeniero de la FIO Oscar Espinosa trabaja en la seguridad de centros de esquí argentinos. Generan avalanchas programadas con explosivos para reducir el riesgo de deslizamientos naturales.


Deslizarse por la nieve en un paisaje blanco y puro. Una danza pendular en la montaña. Invierno brillante con forma de destreza, paseo, o aventura. Esa es la imagen encantadora. Pero lo que te gusta disfrutar se puede convertir en una trampa mortal. Esa misma nieve, lienzo inmaculado de la diversión, te puede tragar en un segundo.


Una avalancha de nieve inesperada es lo que cualquier centro de esquí del mundo quiere evitar, porque es un fenómeno incontrolable y que pone en serio riesgo la vida de personas y la integridad de las construcciones. Por eso, todos se ocupan de generar avalanchas programadas mediante explosivos, y así reducir el riesgo de deslizamientos naturales, para que esos centros invernales sean seguros para la práctica de deportes o la recreación.


Y es en ese bombardeo de avalanchas donde interviene el docente de la FIO Oscar Espinosa, Ingeniero Químico e Ingeniero en Seguridad e Higiene en el Trabajo, carrera de la que es director.
 

Primero, Oscar pudo integrar todos sus conocimientos químicos en torno a los explosivos. De hecho, trabajó más de 30 años en la fábrica militar Fanazul. Y hace unos años, puso toda esa experiencia acumulada y su formación profesional al servicio de las avalanchas controladas.


 

Junto a otros profesionales, Espinosa es convocado regularmente por varios centros de esquí del país para capacitar a los rescatistas, quienes también tienen la misión de saber manejar explosivos y prevenir avalanchas.
 

“Nosotros hacemos una capacitación teórica sobre explosivos, y sobre seguridad en la manipulación para su uso. Y en la parte práctica, en la base del cerro, ensayamos el método de iniciación del explosivo, donde hay más seguridad y poca nieve”, relató.


 “Y el último paso de capacitación ya es en la alta montaña, con nieve a veces hasta la cintura, donde se tiene que movilizar el rescatista y hacer toda la iniciación del explosivo, y el tiro con el explosivo para provocar la avalancha”, explicó Espinosa.



Tiro al blanco

Cada voladura es especial, y el tipo y cantidad de explosivo también. “Hay algunos explosivos que tienen TNT (trinitrotolueno, usado en bombas, granadas) mezclado con otras sustancias altamente explosivas, como la pentrita. También hay emulsiones explosivas gelatinosas, que son más seguras, que no tienen nitroglicerina”, explicó el ingeniero. “Hay más y cada uno tiene características diferentes, entre ellas es la velocidad de detonación, el efecto rompedor. Algunos son aptos para trabajar en ambientes húmedos y otros no”, amplió.

 

Para el caso de los centros de esquí, el explosivo depende del tipo de nieve. “Está la nieve placa, que vemos como un bloque de hielo. La nieve húmeda, que tiene una dureza intermedia. Y la nieve polvo, que es la que buscan los esquiadores, porque permite un mejor deslizamiento”, enumeró.

 

“Cuanto más blanda es la nieve, más porosa, y ahí necesitamos un explosivo que tenga mayor generación de gases y menor poder rompedor. Esos gases se meten en los poros de la nieve y producen mayor expansión. Es más fácil que se desplace esa columna de nieve”, puntualizó. En cambio, “si es nieve placa, con mayor densidad, mayor dureza, necesito un explosivo que tenga mayor poder rompedor y menos generación de gases. Entonces, todas las voladuras de nieve son diferentes”.

 

Generalmente los centros de esquí ya tienen determinados los puntos donde se acumula nieve y que pueden provocar una avalancha, pero depende mucho cómo se transforma esa nieve de acuerdo a la sensación térmica, los vientos, la época del año. “Como es difícil tener disponible por poco tiempo diferentes tipos de explosivos, lo que se hace es usar el mismo para los tres tipos de nieve. Nosotros asesoramos cómo utilizarlo en cada caso, con las diferentes cantidades y concentraciones, y las diferentes formas de iniciación del explosivo”, resumió Espinosa.


El estallido

Antes y durante la temporada invernal, las áreas críticas de los centros de esquí son ampliamente monitoreadas con estaciones meteorológicas, drones y cámaras de seguimiento. Aun así, también los rescatistas patrullan las montañas y evalúan si es necesario provocar avalanchas, para que cuando ingrese el público todas las zonas sean seguras.

 

El desafío es llegar al sitio donde lanzar el explosivo, y hay distintos métodos. Se puede lanzar un explosivo gaseoso desde un helicóptero, pero depende de las condiciones climáticas. Otro sistema utiliza un cable fijo, como si fuera un teleférico, por donde se hace deslizar un explosivo que se detona en forma remota. También, más moderno, se utilizan cañones cargados con gases que provocan los aludes por la onda expansiva.

 

“Y también hay lugares de muy difícil acceso y hay que tirar el explosivo en forma manual”, subrayó el experto. “Esto requiere que el rescatista vaya esquiando con unos dos kilos de explosivo hasta la zona de maniobra, y ahí arrojarlo”. Entonces, “en este caso las medidas de seguridad son diferentes, hay un método de iniciación de la detonación mucho más lento, y hay que hacer un análisis muy pormenorizado de cada ocasión”.

 

En todos los casos, estos métodos permiten liberar de forma segura grandes volúmenes de nieve acumulada.


 


La experiencia

En Argentina, son muy pocos los que intervienen en la planificación y ejecución de avalanchas programadas. Y en estos temas “un factor determinante es la experiencia”, sentenció Oscar Espinosa. “Yo no puedo imponerle un tipo de explosivos y una metodología de detonación a alguien que hace 30 años que trabaja en un centro de esquí. Porque el conocimiento sobre la montaña, el tipo de nieve, la geografía, las condiciones climáticas a diferentes alturas, son cuestiones de gran relevancia para estas acciones de seguridad”.

 

Al principio, “para mí la nieve era una sola y listo, nunca me imaginé aprender todo lo relativo a los tipos de nieve. Y aunque ya había ido a centros de esquí a disfrutar del lugar, tampoco imaginaba toda la logística detrás del escenario, la conservación de las pistas, las medidas de seguridad”.

 

Y cómo después “lo pude articular con mi formación”, resaltó el ingeniero. “Yo a los explosivos los veía desde el punto de vista de las reacciones químicas. Y con la formación en Seguridad pude integrar los conocimientos de otra manera, incorporando desde la salud ocupacional hasta la parte alimenticia de las personas”, graficó.

 

La experiencia y el aporte de especialistas es lo que permite deslizarse por la nieve con seguridad. Planificaciones, explosiones y avalanchas que el público no ve, y que son vitales para disfrutar de cerros y montañas en invierno. (Prensa FIO)
 

 

 

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