03-08-2025
Exequiel Alonso, docente e investigador en Comunicación, advirtió sobre los efectos de las llamadas “fake news” en la convivencia social. Rescató el rol del periodismo local.
Esta semana, el intendente Wesner publicó un video en el que advirtió por una serie de publicaciones con informaciones falsas respecto a la gestión local. Señaló puntualmente a un medio de comunicación local, a un perfil que suplantó identidad de un comunicador -que ya fue dado de baja- y a una cuenta de Instagram que refleja la actualidad local desde junio de 2022.
Los temas con los que se habían generado las notas, que de acuerdo a la mirada oficial fueron maliciosas, fueron dos: la remuneración del Intendente y los turnos para la evaluación de la Junta de Discapacidad.
El intendente respondió a través del video y lo hizo también la Jefa de Gabinete Mercedes Landívar mediante una serie de notas en medios locales.
En este marco, Verte entrevistó a Exequiel Alonso, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales, quien se dedica a investigar temas de Comunicación. Advirtió que el problema de la circulación de la información y de la desinformación no es nuevo, pero al cambiar los contextos, es necesario precisar algunas cuestiones.
¿Da lo mismo?
Alonso explicó que las maneras y los recursos a través de los cuales recibimos y producimos información van cambiando y ya en plena pandemia, en 2020, desde la ONU se hablaba de “infodemia”, término que llamaba la atención sobre una sobreabundancia de información.
Detalló, sin embargo, que hay que diferenciar la desinformación que se produce por información errónea de aquella que se produce con la intención de hacer daño, lo que se llama “fake news”.
Reconoció que “estamos muy expuestos como ciudadanos a que nos lleguen esas publicaciones. Hay cuentas, incluso, que en forma de sátira o de parodia hostigan a instituciones o personas”, repasó.
El investigador advirtió que hay diferentes niveles de responsabilidad en esa acción de generar y compartir contenido. “No es lo mismo la responsabilidad que tiene un influencer o un periodista, por ejemplo”.
“En el caso del periodismo hay ciertos protocolos que seguir y eso es lo que otorga un respaldo a lo que se publica”, indicó.
Reconoció que los contextos electorales son propicios para que circule desinformación, ya que la intencionalidad de hacer daño o sacar ventaja de ciertas situaciones, se profundiza.
Recordó además que con el uso de la llamada Inteligencia Artificial, la generación de contenido que no se condice con datos de la realidad es imparable. “Se pueden simular imágenes, videos, diálogos y ya sería algo para sospechar cuando se apela a la emoción”.
Indicó que para analizar todo el cuadro hay que marcar que se trata de una estrategia planificada para generar determinada reacción en las audiencias.
¿Hay forma de darse cuenta cuando estamos frente a una información manipulada? Alonso detalló: “si abusa de adjetivos, si apela al tiempo condicional (podría, habría), si apela a nuestra ira, debería llamarnos la atención”.
“Otros interrogantes que podemos hacer también frente a lo publicado podrían ser cuál es la fuente de esta información y qué pruebas presenta y ahí se agudiza la mirada respecto a aquello que se recibe”, puntualizó.
Burbujas
El consumo de información a través de las redes sociales va generando una dinámica tal que lleva a encerrar a los usuarios en burbujas, donde solo reciben aquello que se presume que confirmará lo que ya piensan y sienten, explicó Alonso.
“Cada vez nos encerramos más en lo que nosotros creemos y la propuesta de las plataformas es esa. También por eso, los niveles de polarización y de intolerancia son tan altos y tenemos dificultades para reconocer a aquel que piensa diferente y nos ponemos cada vez más reacios a los contenidos que no confirman lo que creemos”, sintetizó.
El investigador y docente, sin embargo, planteó que “todos y todas somos parte de este problema, sobre todo a la hora de compartir una noticia”.
Puso como ejemplo que hay cuentas que suplantan la identidad de un medio o de una figura pública y desde ahí manipulan o engañan. Marcó entonces que “hay que pensar cómo fortalecer al periodismo local y distinguirlo de aquellos que tienen la intención de hacer daño”.
En el caso de los medios, “sabemos quiénes son los que hablan, quiénes son los periodistas y los editores responsables”, explicó.
Y como para poner en perspectiva lo que sucede, Alonso declaró: “Lo que está en juego es cómo vamos a convivir en sociedad”. Por eso, consideró acertado “confiar en las personas que construyen credibilidad asumiendo su rol con responsabilidad, como son los periodistas locales”.
“El periodismo local se ha logrado revalorizar como una fuente confiable y segura y en contextos de crisis y de incertidumbre su papel es central. La comunicación es un derecho y tenemos derecho a estar informados”, cerró.