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Salud Matías Pibuel, un orgullo para Olavarría

05-10-2025

Matías Pibuel, un orgullo para Olavarría

Lidera un equipo que estudia la aplicación de la IA en la elección de la terapia más adecuada para el tratamiento del cáncer. Además recibió una distinción de manos de un premio Nobel de química.

Matías Pibuel es motivo de orgullo para Olavarría, pero también símbolo de una Argentina de hoy que produce y desprecia al mismo tiempo científicos que tienen el más alto reconocimiento internacional.


Bioquímico recibido en la Universidad Nacional de la Plata e investigador UBA - CONICET, forma parte de un equipo de investigación que trabaja sobre la aplicación de la inteligencia artificial para llegar a la terapia más apropiada en cada caso de cáncer.


Es docente de inmunología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Además, viene de recibir un premio de manos del premio Nobel alemán Joachim Frank.


A pesar de todo ello, por las razones de son de dominio público en la relación del gobierno nacional con la universidad pública y la investigación científica, Matías sigue cobrando como becario post doctoral desde 2020, cuando desde hace dos años tendría que haber ingresado a carrera. No lo hizo por el ajuste dispuesto por la administración que encabeza Javier Milei.

 


“Es un contratiempo económico, pero sobre todo para la carrera de investigador son tiempos que se van perdiendo. Yo no puedo presentar becarios, hay subsidios a los que tampoco me puedo presentar, entonces se va trabando un poco la situación y complica el trabajo” planteó.


Su formación en Olavarría transitó por las aulas y talleres de la ex Enet y en Libertas. Hoy su desvelo es encontrar más y mejores respuestas para los enfermos de cáncer, ese monstruo que la ciencia aún no ha logrado doblegar.


“Desde que ingresé a la carrera de bioquímica tenía intenciones de investigar sobre el cáncer. Por suerte se me dio por ese lado y hace cinco o seis años estamos trabajando con la Dra. Silvina Lompardía y un chico que hace informática, Martín Ledesma. Y como surgen tal vez las cosas más lindas de una charla nació esta iniciativa de cruzar inteligencia artificial para tratar de predecir la respuesta de los pacientes a la terapia” explicó.


El trabajo apunta a tumores del sistema nervioso central en niños y adultos, aunque la tecnología podría aplicarse a todos los tipos de cáncer.


“Primero lo probamos en modelos in vitro, en líneas celulares, y ahora la idea es empezar a hacer estos mismos ensayos en muestras de pacientes, para ver si funciona de la misma manera. Con líneas celulares funcionó muy bien” reveló Matías.


En IA se buscan respuestas específicas: “Lo que hace la bioinformática es procesar una cantidad de datos que serían inmanejables para una persona. Conclusiones a las que uno no podría llegar con los métodos convencionales”.


“Cada persona responde de una manera distinta a las terapias por sus propias características biológicas. Ahora se clasifican los tumores por marcas moleculares, uno recibe una terapia y el resultado se ve en el tiempo. La idea es adelantarnos a eso y mediante esta tecnología tratar de predecir si ese paciente, con sus características biológicas particulares, va a responder o no a determinada terapia” sintetizó.


“Elegir la mejor terapia ahorra tiempo, costo y sobre todo efectos adversos. Todas las quimioterapias tienen efectos adversos. Por ahí un paciente está recibiendo una terapia que no tiene efectos benéficos, pero sí efectos adversos, entonces es un doble beneficio lo que estamos buscando” acotó.

 


Por esta investigación Matías Pibuel fue reconocido en abril pasado con un premio, entre jóvenes investigadores de todo el mundo, que recibió de manos de Joachim Frank, Premio Nobel de Química en 2017, considerado como el fundador de la Criomicroscopía electrónica (cryo-EM) de una partícula y reconocido por sus significativas contribuciones en el conocimiento de la estructura y función del ribosoma de bacterias y de las células eucariotas.


Como toda investigación científica que busca soluciones médicas no es poco el tiempo a transcurrir entre los tubos de ensayo y su aplicación en seres humanos.


“La proyección tal vez sea de 5 a 10 años -estimó-, pero en el medio creo que se van a ir plantando hitos. Dentro de dos años se va a ir juntando un número suficiente de pacientes para hacer una estadística fuerte y constatar si la metodología que estamos planteando funciona”.


“Trasladarlo a hospitales y que eso sea parte de la vida diaria va a llevar más tiempo, por cuestiones burocráticas, éticas y legales. No es tan fácil dar ese paso” advirtió.

[SUBTITULO]La vida de un científico

Matías tiene 37 años, está en pareja con Sofía, de Nueve de Julio, que trabaja en el mismo instituto; tiene un hijo pequeño (Leoncito) y en Olavarría están sus padres Arturo y Marta y sus tres hermanas.


De una familia tan futbolera, con un padre y un tío (Julio) que fueron muy buen futbolistas de primera división, lo suyo no pasó del intento.


“Me encanta el fútbol, pero nunca me dediqué todo lo que me tendría que haber dedicado. Jugué en Ferro y en Estudiantes, pero ni cerca de lo que fueron mi viejo y mi tío, je” bromeó.


Ejerce la docencia dos o tres días a la semana en horario matutino y su jornada en investigación empieza con las visitas al hospital para recoger las muestras, procesarlas y el tiempo que resta lo invierte en realizar los ensayos.


Su elección de vida es la investigación científica: “Uno nunca cierra las puertas, pero por cómo viene esto -que va dando frutos- hoy más que nunca estoy enfocado en la investigación. Pese a los contratiempos, ¿no?”.


Esos contratiempos que menciona Matías tienen que ver con la coyuntura que atraviesan los científicos en el país por las políticas de la Casa Rosada, cuando se habla de que mucho de ellos están tentados a emigrar, no ya a países centrales, sino a naciones limítrofes.


“Es triste y poco inteligente desde lo político. Siempre hacer ciencia en el país fue difícil, ahora estamos peor. Tener que pensar en irse u optar por una empresa, no por convicción sino por necesidad, es muy triste. Es rara la manera de encarar el tema de parte de este Gobierno, que yo no comparto” planteó Matías.

 

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