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19-10-2025

De Olavarría a Búzios: una nueva vida junto al mar

Walter Izurieta y Lucrecia Pirola dejaron atrás su vida como comerciantes para comenzar de cero en Brasil. Hoy son dueños de una posada. Entre desafíos y aprendizajes comparten su experiencia.

 

Walter Izurieta y Lucrecia Pirola son dos reconocidos comerciantes de la ciudad de Olavarría que, tras años de vacacionar en Brasil, decidieron dar un giro radical en sus vidas: emigraron con sus hijos a Búzios, un paraíso costero del estado de Río de Janeiro.
 

Hoy, desde su nueva casa y emprendimiento turístico, comparten cómo fue la experiencia de dejarlo todo atrás para empezar de nuevo.
 

"Empezamos a venir a vacacionar y siempre sentíamos que este era nuestro lugar. Nos decíamos: 'Qué lindo sería vivir acá'. En cada rincón veíamos la posibilidad de hacer algo", contó Lucrecia en el programa Contacto, emitido de lunes a viernes por Canal Verte.

 

La decisión no fue sencilla, especialmente por el impacto familiar. "Siempre extrañé el mar, pero lo que nos terminó de convencer fue ver que los chicos podían andar tranquilos por todos lados. Vinimos detrás de la tranquilidad y a disfrutar de la vida" contó Walter.
 

Uno de los momentos más duros fue la partida. “Mi hija de 16 años fue la que más la sufrió, Vale se quedó con los abuelos y estudiando en la Facultad. No fue fácil, fue un cambio de vida” señaló el olavarriense por adopción.

 

De turistas a moradores
 

"Una cosa es venir como turista, pero cuando venís como morador te lo hacen notar. Ahí cambia todo: te dicen cómo son las reglas, cómo se vive acá. Eso lo ves recién cuando estás instalado", explicaron con su piscina y posada de fondo.
 

Sin embargo, con el tiempo lograron adaptarse. Felipe, el hijo menor, va a la escuela y ya habla portugués con soltura. "A la gente de afuera nos dicen ‘gringo’. Pero nos hemos sentido bienvenidos", contaron.
 

Hoy viven en un barrio tranquilo y trabajan en su propio emprendimiento turístico: la Posada Iwalu, que recibe visitantes de todo Brasil y también de diferentes partes del mundo, hasta incluso, Olavarría.


 

"Vino gente de nuestra ciudad de casualidad, y se sorprendieron al encontrarnos acá", contaron con una sonrisa.

 

Desafíos y recompensas

Instalarse no fue fácil. "Es todo un desafío", dijo Lucrecia. "Nos llevó tiempo acomodarnos" y Walter sumó una mirada realista: "Acá la podés pasar muy bien, pero también mal en lo económico. Es una ciudad muy cara, los alquileres son altos y los sueldos bajos. Nosotros pudimos arrancar porque teníamos un capital de base, fruto de lo que Olavarría nos dio. Pero sin eso, sería muy difícil".
 

A pesar de los altibajos, destacaron lo positivo. "La gente es buena, el lugar es hermoso. Hay seguridad. Dejan las bicis apoyadas en la vereda, los zapatos afuera de la casa. La península tiene 23 playas y un mundo acuático maravilloso. Es un lugar preparado para el turismo", destacaron.
 

También contaron que la adaptación gastronómica fue parte del cambio, aunque no tan traumática. "Seguimos cocinando a la argentina, conseguimos una carnicería con cortes parecidos. Cambiamos la dieta, pero nos arreglamos re bien", aseguraron.

 

Un viaje sin vuelta atrás
 

"Nos vinimos casi de un día para el otro: cargamos la camioneta y arrancamos. Fueron cuatro días de viaje. La despedida fue muy emotiva, la gente no nos dejaba ir. Muchos nos dijeron que nos iban a extrañar", recordó Walter con mucha emoción.
 

Desde Búzios, no se olvidan de su ciudad natal. "Nos llevamos ese abrazo, ese cariño. Gracias a toda Olavarría por lo que nos dio".
 

Ubicada en Búzios, la posada de Walter y Lucrecia ya fue reconocida como "super anfitriona" por sus visitantes. Atendida por sus propios dueños, se ha convertido en un pequeño rincón de hospitalidad argentina en Brasil.

 

 


 

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