02-11-2025
Desde Fuengirola, Camila Wagner contó cómo fue dejar su vida en Loma Negra para comenzar de cero en España junto a su pareja. Aseguró que animarse al cambio valió la pena.
Desde Fuengirola, una ciudad costera entre Málaga y Marbella, Camila Wagner contó cómo fue dejar su vida en Argentina para comenzar una nueva etapa junto a su pareja en el sur de España.
“Málaga está en el mar Mediterráneo. Es una ciudad hermosa, pero la Costa del Sol es muy turística y en verano se llena. Acá, en Fuengirola, somos unos 80.000 habitantes, pero en verano llegamos a 250.000. ¡Una locura!”, contó entre risas.
Camila nació en Loma Negra y vivió varios años en Tandil. Fue desde allí que, junto a su pareja, comenzó a pensar en cambiar de rumbo.
“Nos preguntamos si queríamos vivir siempre ahí o probar una nueva experiencia. Primero pensamos en México, pero la inseguridad nos preocupaba. Y en plena pandemia dijimos: ‘¿Y si probamos en España?”
La decisión se consolidó cuando descubrieron Workaway, una aplicación que conecta viajeros con familias o proyectos que ofrecen alojamiento a cambio de ayuda en tareas domésticas.
“No teníamos nacionalidad europea ni trabajo, así que fue una forma de empezar. Nos vinimos con lo justo, pero con todo planificado. Si no salía bien, sabíamos que podíamos volver”.
Los comienzos
El arranque no fue sencillo. Llegaron sin papeles y debieron esperar tres años para obtener la residencia que les permitiera trabajar legalmente.
“Aguantamos mucho. Cuando llegamos, justo salió una ley que permitía hacer un curso de alta demanda para conseguir la residencia. A los dos años y medio pudimos volver a Argentina a ver a la familia. Fue muy emocionante” contó Camila.
En ese sentido expresó que: “La primera despedida fue durísima, porque sabíamos que no podíamos volver pase lo que pase. Pero la segunda fue distinta. Ya sabíamos que podíamos regresar en cualquier momento, y eso nos dio mucha paz".
Hoy, con los papeles al día y una vida estable, la pareja disfruta de su lugar en el mundo. Iván trabaja en una empresa de construcción que formó él mismo, y Camila pasó por distintos empleos: niñera, limpieza, hostelería.
“Acá el turismo mueve todo. Hay trabajo todo el año: en verano vienen por las playas y en invierno, por el golf. Tenemos 300 días de sol al año” contó.
Respecto a las visitas contó que “vinieron mis papás, mi hermana, mis cuñados… eso hace que todo sea más fácil. Este año no viajamos por trabajo, pero seguro que el próximo sí”.
Entre sus pasatiempos, el patín sigue siendo parte de su vida. “Vendí mis patines en Argentina y me compré los mismos acá. Hay muchas pistas al aire libre, aunque en verano trato de no ir mucho porque el sol es fuerte” indicó.
Y como buena argentina, confesó que hay sabores que se extrañan: “Tenemos parrilla en el balcón, pero es a gas. La carne no es igual y las pizzas… ¡mi hermana me recibió con dos pizzas en el aeropuerto! Fue hermoso”.
Sobre el futuro, Camila no se atreve a poner punto final. “Definitivo, no creo que nada sea. Puede que volvamos o que conozcamos otros países. Pero estamos muy a gusto acá. Encontramos gente buena, trabajo y un ritmo de vida que nos gusta”.