16-11-2025
El 16 de noviembre de 1985 el agua alcanzaba su máximo nivel en Olavarría, en lo que fue la segunda crecida del arroyo Tapalqué más devastadora de los tiempos modernos, apenas cinco años y medio después de la tragedia de 1980.
FOTOS: MIGUELANGEL y @olavarria_del_ayer
Escondido en la memoria por el paso del tiempo se fue perdiendo el registro de que el año 1985 castigó a esta parte del mundo con desastres naturales que ocasionaron en diversos países latinoamericanos daños materiales que llevaron mucho tiempo de recuperación y mucho dolor.
En diversas formas, México, Chile, Colombia, casi toda la provincia de Buenos Aires sufrieron ese año las iracundas reacciones de la madre naturaleza.
A las 19.45 del domingo 3 de marzo un sismo de una magnitud de 8 grados en la escala de Richter frente a las costas de Chile causaba la muerte a casi 200 personas, más de 2500 heridos, casi un millón de damnificados, 75 mil viviendas destruidas y 125 viviendas dañadas.
Cruzando la cordillera, entre el 30 y 31 de mayo Buenos Aires recibía la que fue considerada “la tormenta del siglo”. Produjo tal devastación en la zona del AMBA que dejó 14 muertos, 90 mil evacuados y daños masivos en viviendas, comercio y vehículos al desbordarse el arroyo Maldonado y otros cursos de agua.
Bien al norte, a 8 meses para el comienzo de la Copa del Mundo de 1986, el 19 de septiembre de 1985 un terremoto de magnitud 8.1 originado a unos 400 kilómetros en la costa del Pacífico arrasó durante 90 segundos con gran parte de la Ciudad de México.
El gobierno azteca reportó entre 6 y 7 mil muertos, aunque fuentes independientes dieron cuenta de un número superior a las 10 mil personas fallecidas.
La Villa Epecuén era una de las joyas turísticas de la provincia de Buenos Aires desde principios del siglo pasado.
Todos los años recibía decenas de miles de turistas, en gran parte atraídos por el alto poder curativo y la salinidad de sus aguas termales, similar a la del Mar Muerto.
El 10 de noviembre de 1985 lo que la naturaleza le había regalado a este punto del partido de Valentín Alsina se encargó de sacárselo para siempre.
Cuentan los reportes de la época que a principios de los ’80 comenzaron a acumularse señales de alerta: fuertes lluvias periódicas hacían crecer el lago entre 50 y 60 centímetros por año, a pesar de un muro de contención de entre cuatro y cinco metros de altura.
La madrugada del 10 de noviembre el agua finalmente vencía el terraplén defensivo, ingresa con fuerza al pueblo y en cuestión de horas Villa Epecuén pasaba a ser una especie de versión bonaerense de la leyenda de la Atlántida.
No hubo víctimas fatales, pero la mayoría perdió todo su patrimonio y tras el desastre el pueblo quedó totalmente abandonado.
En 1987 el agua alcanzó el nivel máximo (de 7 a 10 metros de altura), y las ruinas de Villa Epecuén permanecieron ocultas durante casi dos décadas.
Hasta 1993, que esa masa líquida empezó a retirarse y se revelaron las ruinas que hoy atraen a miles de turistas. Inclusive fue el lugar elegido por Abel Pintos para grabar uno de sus videoclips más difundidos.
Cada 13 de noviembre Colombia recuerda una de las mayores tragedias de su historia.
Una avalancha causada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz ese día sepultaba al municipio de Armero, en el departamento del Tolima, haciendo desaparecer viviendas, locales comerciales, escuelas y hasta el hospital, con un saldo de 25.000 personas muertas o desaparecidas y la destrucción casi total de la ciudad.
El agua, pero también el viento, fueron los azotes de la región bonaerense en aquel 1985. El 25 de noviembre, alrededor de las 4 de la tarde, un tornado categoría F3 en la escala de Fujita, que clasifica a estos fenómenos entre F0 y F5 según los daños producidos, atravesaba la ciudad de Dolores.
Los vientos que soportó Dolores se calculó que lo hicieron a una velocidad de hasta unos 320 km/h y fue considerado como uno de los más destructivos en la historia de la Argentina.
El fenómeno cortó la ciudad en diagonal, desde el sudoeste hacia el noreste y en esa franja el viento hizo enormes destrozos: causó una muerte, más de 30 heridos e incalculables pérdidas materiales.
El déjà vu del ‘80
Cinco años y medio después de la trágica inundación de abril de 1980, el sábado 16 de noviembre de 1985 el agua llegaba a su máximo nivel en Olavarría, a raíz de la segunda inundación más devastadora acontecida en los tiempos modernos.
Aún fresco el recuerdo y el dolor por las consecuencias del fenómeno climático que padecieron los vecinos a comienzos de la década, se volvían a ver en gran parte de la Ciudad imágenes parecidas, aunque no de tanta magnitud, a las de ese antecedente tan cercano en el tiempo.
Según una recapitulación realizada por el contador Adolfo Santamaría, Olavarría había padecido las consecuencias por varias crecidas del arroyo Tapalqué: el 15 de marzo de 1900, el 11 de agosto de 1904, el 20 de agosto de 1913, el 28 de febrero de 1915, el 29 de junio de 1919, el 27 de junio de 1940, el 24 de mayo de 1941, el 21 de julio de 1955 y el 27 de septiembre de 1978.
El 16 de noviembre de 1985 fue el pico máximo de la última gran devastación que recuerda la Ciudad.
“Una vez más el Tapalqué sintió que su cauce era demasiado chico para contener su necesidad de crecer y, alimentado por torrenciales y persistentes lluvias que cayeron en su cuenca alta y en la Ciudad desbordó expandiéndose por el casco urbano y las zonas rurales de todo el Partido” publicaba el desaparecido diario El Popular en su edición del 19 de noviembre.
“Los registros pluviométricos de la zona rural crecían paulatinamente y desde todas las localidades de Campaña se repetía la misma frase desoladora: ‘Aquí sigue lloviendo muy fuerte’ (...) Las cifras eran contundentes: 120 mm en Laprida, 115 mm en Durañona, 115 mm en 16 Julio, 113 mm en Santa Luisa, 109 mm en Muñoz, 103 mm en Rocha, y 105 mm en Iturregui. Por donde se lo mirara el panorama era, preocupante, ya que esa caudalosa corriente debía pasar indefectiblemente por Olavarría” citaba el matutino en su primer informe post inundación.
Las imágenes dejadas por el agua con su retirada quedaron plasmadas en el siguiente párrafo: “La mañana del domingo trajo a Olavarría un paisaje diferente, lleno de puentes destruidos, de calles embarradas y de roturas en el pavimento. El arroyo había vuelto a cauce natural y en muchos tramos sus barrancas aparecían carcomidas, con la impronta indeleble del meteoro. A medida que las horas pasaban se repetía el panorama de la post inundación de 1980, aunque mucho menos doloroso”.
Enseguida en todos los rincones y desde los más diversos sectores, se salieron a buscar comparaciones entre las dos inundaciones de Olavarría en el primer lustro de la década del 80.
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Mientras en 1980 las aguas permanecieron por casi tres días, en 1985 fue de un día y medio. En 1980 hubo 8 ahogados y varias muertes (algunas como consecuencias del impacto emocional provocado por la inundación), en 1985 no hubo ningún ahogado.
En 1980 se inundaron alrededor de 1.100 automotores, mientras que en 1985 no superaron las diez unidades.
También aparecieron datos estadísticos dejados por ambos temporales: en la calle Brown entre Vélez Sarsfield y Del Valle el agua había alcanzado 2,39 m. en 1985 y 1.59 m. en 1985; en Del Valle y Vicente López llegaba a los 2.70 m. en 1980 y a 1,80 m. en 1985 y en el ex Corralón Municipal fue de 1,06 m. en 1980 y apenas 28 cm. en 1985.
Desde aquel noviembre no fueron pocas las ocasiones que el Tapalqué intentó asomarse por fuera de sus riberas. A menudo alcanzó a lograrlo en algunos sectores de la Ciudad.
Por fortuna o por los trabajos realizados en su cuenca, nunca más Olavarría volvió a pasar por tragedias como las padecidas en 1980 y en 1985.