14-12-2025
Pasa en el país, pasa en Olavarría. Son hijos de madres que consumieron drogas durante el embarazo y que atraviesan cuadros de salud delicados en los primeros días de su vida.
CLICK. “Investigan síndrome de abstinencia en un bebé de dos años. El menor llegó convulsionando. Sospechan que ingería cocaína a través de la lactancia. Es el segundo caso en menos de dos semanas”. CLICK. CLIK. “Rescatan a recién nacida que presentaba síndrome de abstinencia”. CLICK. CLICK. CLICK. “Abrazos como primera línea de tratamiento para el síndrome de abstinencia neonatal”.
Parece una ficción pero no, es una realidad que atraviesa las maternidades de distintas geografías de nuestro país y otros países del mundo. Esos titulares pertenecen a publicaciones de la ciudad de Santa Fe, de la ciudad de Durango en Méjico, de un centro de atención en Boston.
La problemática se agudizó en los últimos años en nuestro país pero viene siendo un tema deatención en la salud pública desde hace décadas en España o Estados Unidos: bebés que nacen con el denominado “Síndrome de Abstinencia Neonatal” que condensa una variedad de síntomas derivados de su exposición a drogas en la etapa de gestación.
En Olavarría, las estadísticas sobre el Síndrome de Abstinencia Neonatal revelan que en el 2019 se registró un caso de internación en neonatología por SAN y se mantuvo estable hasta el 2023. Ya en el año 2024 fueron 3 y este año, hasta el suministro de esta estadística, se habían reportado 5 casos. Parecen pocos así mirados, pero en perspectiva asume un cariz dramático: en solo 6 años se quintuplicaron los casos.
Alejandra Capriata es pediatra y directora del servicio de neonatología de la Clínica Cemeda y jefa de Neonatología del Hospital de Pediatría de Olavarría. En la entrevista con Verte aporta un dato aún más impactante. “En este momento tenemos 15 bebés en seguimiento, 3 derivados de Pediatría y 12 captados en la etapa neonatal”.
La médica advierte sobre los efectos no solamente de la cocaína sino también del cannabis en las mujeres embarazadas y las consecuencias graves que tiene sobre los niños. Puede traer aparejado déficit de desarrollo, problemas de conducta y trastornos de aprendizaje que lleva toda una vida abordar.
La forma en la que se enfrenta esta problemática implica un trabajo de varias áreas de la salud y, sobre todo, el uso de herramientas nuevas que mejoren el diagnóstico, la capacidad de intervención y de anticipación.
¿Cómo saber si una mujer consumió drogas durante el embarazo? ¿Alcanza con preguntarle? ¿Qué pasa si se detecta a tiempo y qué pasa si el silencio recién es roto con ese llanto del bebé que no puede calmarse con nada cuando nace? ¿Hay tiempo para la medicina? ¿Hay tiempo para la vida?
“Nacer con abstinencia” se titula el documento presentado en el IV Congreso del Hospital Municipal “Héctor Cura” durante este año. El trabajo justamente recopila información sobre cómo se abordan los casos de recién nacidos expuestos a sustancias durante la gestación y contó con el aporte de los servicios de Neonatología, Terapia ocupacional y Trabajo social.
Hay varias disciplinas y profesionales abocados a enfrentar este problema que está en crecimiento y tiene muchas aristas. Quizás haya que dejar claro desde el principio que el problema ni empieza ni termina en esa madre y en ese bebé.
A poco que se investigue, surge que en muchos trabajos estadísticos sobre consumos de sustancias se deja de lado a las mujeres embarazadas y esa falta de datos deriva en una imposibilidad de intervención efectiva para cualquier política.
Seguramente tampoco haya que mirar solo a esas mujeres gestantes, sino también a su entorno, sus parejas y sus vínculos para comprender que el consumo de drogas no es algo “caprichoso” ni aislado, sino que se da en un cruce particular de circunstancias.
El principio
La médica Alejandra Capriata explicó que se trata de bebés “que dentro de la panza de la mamá estuvieron expuestos a sustancias psicoactivas, como cocaína, marihuana e incluso algunos medicamentos”.
“Ese bebé expuesto a sustancias durante la gestación, al nacer hace un síndrome de abstinencia porque ya no tiene esa droga en sangre. Cuando se corta el cordón y se desprende la placenta ya dejan de pasar esas sustancias de la madre hacia el bebé. Por lo tanto, el bebé presenta un síndrome de abstinencia ", describió.
Este síndrome de abstinencia tiene distintas manifestaciones según las drogas que se hayan consumido. Por ejemplo la cocaína, que es un potente vasoconstrictor, produce una disminución en el flujo sanguíneo en las arterias más importantes y puede haber problemas en la llegada de sangre al corazón, al cerebro o a los riñones del bebé.
“Eso genera una serie de problemas muy importantes”, siguió la médica. “A veces son manifiestos y otras veces no tanto. En general los síntomas clínicos que observamos en los bebés son muchísima irritabilidad, llanto muy agudo, taquicardia, o sea, frecuencia cardíaca muy alta, son bebés a los que es muy difícil calmarlos”, detalló.
Información para intervenir
“En general llegamos al momento del nacimiento con los datos que los obstetras nos dan y estamos advertidos del riesgo de esta situación”, marcó Capriata. “Sabemos que la mamá consume, o se detecta a partir de un análisis a la madre, obviamente por sospecha o por declaración de la misma madre que ha consumido”.
“Se le se le hace lo que llaman “metabolitos en orina”. O sea, que son los rastros de estas sustancias en la orina de la madre. Ahí se confirma que la madre en los últimos días ha consumido esa sustancia”, siguió.
“Entonces se certifica obviamente con el estado clínico del bebé y se le hacen al bebé análisis para confirmar la presencia de de esas sustancias en su orina, ya que es la manera más fácil para encontrarla”, detalló la médica.
“Estos bebés van a neurología, se los se los interna, se los estudia para ver el impacto que estas sustancias han tenido en sus órganos y se les coloca suero para tratar de de lavar esta sustancia en su sistema circulatorio”, precisó.
Capriata describió que “hay bebés que están muy comprometidos y llegan a tener convulsiones. Así que después se tratan los síntomas que aparecen, con anticonvulsivantes o a veces también sedativos para calmarlo porque el bebé es como que está muy excitado y es realmente peligroso para él”.
Un camino empinado
La médica aclaró que la recuperación es variable según el impacto, “hay bebés cuya condición es muy grave y necesitan una terapia intensiva neonatal y hay bebés que tienen un impacto mucho más leve”.
“Después viene la otra situación, una vez que sortean lo más agudo, empieza a verse lo que es el impacto a largo plazo. Por ejemplo, en el tema del consumo de cannabis durante el embarazo”, advirtió.
“El cannabis impregna los núcleos de la base del sistema nervioso central, que es más que nada el área que maneja las emociones, la motricidad, entonces hay un compromiso de un área muy crítica del sistema nervioso”, desmenuzó.
“La gente tiene que saber que no es gratis fumarse un porro. Y que esto puede derivar en una criatura que a lo mejor debe hacer tratamientos de por vida para corregir alguna cuestión”, disparó.
“Lo que dicen los estudios es que los bebés que han estado expuestos a cannabis tienen déficit de desarrollo neurológico importantes, se han observado también, a medida que crecen, trastornos de conducta y de aprendizaje. No es sencillo. Te queda la marca”, manifestó Capriata.
“En ese caso, el impacto se ve a largo plazo y complica el neurodesarrollo de ese bebé. Significa que el bebé va a tener ciertos déficits neurológicos a lo largo de su vida y por eso es tan importante y, hacemos mucho hincapié, en la detección precoz de una madre que consume y de la atención inmediata del bebé que da a luz”, relató.
“En este momento en el servicio de neonatología del Hospital Municipal estamos en seguimiento con 15 bebés. Tres de ellos fueron derivados desde Pediatría, ya que ya son más grandes y la entrada de la sustancia fue a través de la leche materna” declaró la médica.